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— Ya era hora —dijo en inglés, con voz fría, una mujer regordeta, de unos cincuenta o sesenta años, sentada detrás de el escritorio de su oficina—. No toleraré otro retraso de esa magnitud.

— Perdón eme, señora —contestó la chica, también en inglés, con la cabeza gacha, como si acabará de cometer un grave error—, pero me tenía que quitar a dos de los miembros de la-... —trató de excusarse la chica pero fue interrumpida por la mujer.

— ¡Cállate! —exclamó la mujer con autoridad, para después oír a la chica murmurar un "Sí, señora"— ¿Lo conseguiste?

— Si —se apresuro a decir la chica para luego sacar de la parte trasera de la cintura de su pantalón un pequeño objeto en forma de resorte y dejarlo sobre el escritorio—. Cómo usted me lo pidió, señora, un-... —fue nuevamente interrumpida.

— Te dije que te-... —tocaron la puerta, interrumpiendo el gruñido de poca de paciencia por parte de la mujer— Adelante —dijo. La puerta de abrió.

— Señora Jhonson —llamó un pequeño niño de piel muy clara, a diferencia de la chica, ojos azules y cabello rubio. Debía tener unos ocho años—, los Tupper llegaron.

— Diles que en un momento voy, Charlie, cielo —respondió la mujer con voz falsamente amable y una sonrisa. El pequeño Charlie asintió y salió serrando la puerta detrás de él—. Bien —dijo volviendo a su expresión amargada para luego mirar a la chica—, los Tupper ya llegaron, por lo que no quiero ver a ninguna de tus ratas humanas corriendo de allá para acá, así que quiero que lo acaben hoy. ¿Me escuchaste? —preguntó al ver la sorpresa de la chica pasmada en su rostro.

— Si, señora —respondió la chica después de procesar un poco lo que había dicho la mujer.

— Entonces... ¡¿Qué demonios esperas?!

— Lo siento, señora. Me retiro, señora.

La chica tomó el objeto en forma de resorte y lo guardó en la bolsa de su sudadera para seguidamente salir, literalmente, corriendo de la oficina.

Esa bruja —empezó a gesticular con la boca, en español, mientras hacia ademanes con las manos, mayormente groseros, en dirección a la puerta de la oficina de la que acababa de salir— es una hija de su puta, pinche, perra y re-chingada madre. ¡Que ardas en el infierno, Alice Jhonson, hija de maldita! —exclamó en silencio la chica para después de suspirar en silencio empezar su camino hacia una pared con un horrible tapizado y al llegar a el, morderse un dedo y con la sangre que escurrió hacer un símbolo sobre el tapizado—. Maldición: camuflaje de ajolote —murmuró para luego traspasar la pared por dónde segundos antes había un símbolo de sangre.

Mientras la chica, de nombre aún desconocido, traspasaba la pared sin dejar rastro como si de una cortina ante un hueco se tratará, cinco adultos con trajes de superhéroes se encontraban observando desde el tejado del edificio vecino a través de un ventanal. Sus nombres eran Clark Kent, Bartholomew Allen, Harold Jordan, Oliver Queen y Bruce Wayne, alías Superman, Flash, Green Lantern, Green Arrow y Batman.

— Mmm... —murmuró Batman- Parece ser que allí es a donde fue a dar tu dinero, Arrow —dijo con su típica voz gruesa y seca—. Vamos.

Seguidamente los cinco hombres se acercaron más al orfanato para poder tener una mejor vista sobre en que se estaba inviertiendo el dinero robado de Oliver Queen. Superman, con su vista de rayos X trató de ver a través de la pared, pero no observó nada fuera de una gran bodega vacía.

— No hay nada —comunicó el superhombre—. Nada de nada. Es solo una gran bodega vacía.

— ¿Qué? Eso es imposible —dijo Flash—. Ustedes también la vieron, ¡atravesó esa pared como si nada!

— Tú también puedes hacerlo —argumentó Green Lantern con gracia.

— ¡Es diferente! —se defendió Flash.

La Hija De Hal || Roy HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora