La Hija De Hal || Roy Harper

010

— Demonios... Hal va a matarme —maldijo Karol mientras hacia lagartijas con una sola mano. El profesor McLaggen, perteneciente al sector de educación física, le había dejado tres horas extras de su clase por castigo por una "simple e inofensiva" broma verbal.

— ¿Dijiste algo, Jordan? —preguntó el vejete de más de setenta años en el mundo, que según Karol se traducía a: más viejo que el universo en sí, con satisfacción en su rostro.

— N-no.

— ¿No qué?

— N-no s-se-señor —dijo con dificultad Karol.

— Bien —el hombre volvió a sumergir la cabeza en su periódico.

Karol miro el reloj sobre la entrada al gimnasio de la preparatoria en la que estudiaba, maldijo mentalmente al ver qué ya habían pasado diez minutos desde la hora límite que le había puesto su padre para llegar a casa... Y apenas llevaba un tercio de hora de castigo. Suspiró intentando no perder el equilibrio.

Ciertamente no era la primera vez que hacía lagartijas con una sola mano, pero al tener que ser una "adolescente promedio", tenía que fingir, y si eso significaba tener que sudar haciendo algo que podía hacer desde los seis años, tenía que hacerlo.

«Tengo que aprender a cerrar mi bocota» pensó Karol a la par que cambiaba de brazo, pues ya había completado una sesión de cincuenta lagartijas.

[...]

— ¿Dónde demonios está? —le preguntó al viento Hal bajo la atenta mirada de sus compañeros de "trabajo" mientras caminaba por la cocina de su casa de un lado a otro.

Casi tres horas y ni una sola señal de su hija, las ganas de castigarla por llegar tarde empezaban a ser reemplazadas por preocupación.

— Oye, vamos viejo, cálmate, Hal —trató de calmarlo un pelirrojo de ojos esmeralda con pecas.

— ¿Calmarme? ¿Quieres que me calme? —preguntó algo histérico Hal— ¡Cómo quieres que me calme si-...!

Se abrió la puerta principal, se cerró y luego se escuchó algo pesado dejarse caer en uno de los tres sofás.

Hal dirigió su vista hacia donde, si no estuviera la pared, se encontraba la puerta principal con un movimiento brusco. Algunos de los presentes recordaron a "El Exorcista".

Hal caminó con paso firme hacia la sala de estar, que estaba frente a la puerta principal, siendo seguido por un Barry con pánico reflejado en su rostro y los demás presentes.

— Hal —susurró Barry en un intento de calmarlo, pero dudaba que tan si quiera lo hubiera escuchado.

— ¡¿Dónde demonios esta-...?! —Hal se interrumpió al ver a su hija boca abajo en el sofá más grande, que era el más próximo a la puerta, y su mochila al pie de tal. Ambas cubiertas de lodo y tierra— ¡¿Qué demonios te pasó?! —preguntó con una extraña mezcla entre enojo y preocupación que sorprendió a los presentes... Menos a Barry, pues sabía que su mejor amigo ansiaba saber que le había pasado a Karol y quién era el responsable para así poder ir y "dialogar" con él, pero también que se preocupaba por su hija. Karol dijo algo que, incluso para ella misma, fue incomprensible, pues el sofá distorsionaba su voz— ¿Qué?

Con esfuerzo, y la ayuda de Barry, Karol se sentó en el sofá. Suspiró.

— McLaggen —dijo con cansancio, sin reparar en la presencia de las visitas y la sorpresa de su padre al escuchar ese nombre—. Se ofende más rápido que una Doña en misa un domingo —sonrió con burla, mientras los presentes trataban de entender su chiste "latino".

— ¿McLaggen? —preguntó Hal mientras los demás seguían tratando de descifrar el chiste de Karol. Karol asintió algo confundida al ver la sonrisa ladina de su padre— Vaya, ¿qué le dijiste para que te castigará casi tres horas?

— Lo que era mejor no decir —confesó Karol sin darle importancia, pues algo le decía que su padre, muy internamente, se sentía orgulloso de ella. Hal soltó una risa.

— Se lo merece, a ese anciano no le gusta otra cosa más que ver sufrir a sus alumnos por sus propios medios —seguidamente se dirigió a la cocina y al regresar, traía con el una bandeja de cena que le entregó a Karol, pues además de cansada se veía hambrienta.