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Karol respiró hondo y observó a sus contrincantes. Podía ver alrededor de dos niños por cada posible ruta de escape, pero lograba sentir al menos seis corazoncitos más por cada salida, era sorprendente la habilidad que les habían otorgado, la invisibilidad.

Activó sus ojos del jaguar, podía ver la posición de cada niño y los movimientos que podrían hacer, sin embargo le estremeció ver qué sus pulmones no generarán algún mínimo tipo de movimiento gracias al espeso líquido de color putrefacto en ellos.

Se colocó al instante su bolsa en un hombro, tomó el carrito y lo lanzó contra el estante a su izquierda. Tal estantería colapsó, sepultando bajo si a algunos de los niños, tirando de por medio a los quince que estaban sobre ella.

Saltó y se colgó de una de las vigas de metal pintadas de blanco, divisó la salida bloqueada por una pelea entre Wally y los adultos, igual también vio a Dick en el suelo con un hilo de sangre colgando de su frente. Bart ya debería de ir en camino hacia sus padres.

Se balanceo y subió completamente a la viga, observó el escenario bajo ella. Contó alrededor de 97 niños que empezaban a tratar de alcanzarla a base de saltitos, hasta que a uno se le ocurrió que era mejor agruparse e irse escalando hasta alcanzarla.

Hizo unos movimientos con sus manos, su mano derecha, formando una f en lenguaje de señas, la acercó a su boca, inhaló profundo y expulsó el aire por la boca, creando una esférica llamarada de fuego que se lanzó contra la escalera de niños. Esta se desmoronó, sin embargo, los niños ahora con apariencia de antorcha, se levantaron y volvieron a formar la escalera, pero ahora a una velocidad alarmante.

Karol saltaba de viga en viga, siempre impulsándose con una bola de fuego en el momento que los niños estaban por sujetarla del pie, se sostuvo con un brazo el vientre ya abultado, respiraba entrecortadamente, le sorprendía la resistencia que tenían los infantes contra las altas temperaturas y la fluidez con la que se desplazaban detrás de ella ante el más mínimo movimiento que realizaba.

No esperaba el momento en el que la caballería llegará, pues en uno de esos saltos, un niño alcanzó a tomarla del tobillo izquierdo, pierna que tenía flexionada, haciendo que perdiera el equilibrio y bajará un poco de la altura a la que estaba. No obstante, se colgó de una viga y pataleo de tal manera que la montaña de niños tuviera que soltar al que la sujetaba. Este rápidamente escaló por el cuerpo de Karol y se colgó del collar turquesa que llevaba ese día. El niño soltó un alarido de dolor y se dejó caer, arrancando el collar del cuello de Karol, para luego precipitarse contra el suelo y ya no levantarse. Karol se volvió a subir a la viga y bajó la mirada a su abdomen ahora abultado de seis meses.

En ese momento, un silbido junto a un resplandor a sus espaldas hizo que los niños la dejaran de ver para ir hacia la puerta principal del lugar. Karol dirigió la vista hacia el lugar justo en el momento en el que el resplandor perdía brillo hasta apagarse por completo junto a la mayoría de la iluminación del supermercado, quedando solo los refrigeradores, los detectores de metal en las puertas y las luces de emergencia.

Estaba aquella mujer levemente encorvada, descendiendo lentamente hasta quedar cómodamente sentada en lo que era la espalda de un Wally inconciente, con una expresión tan relajada y un perfil tan siniestro. Los niños se sentaron alrededor de ella, empezando a mecerse de un lado al otro conforme la mujer tarareaba una canción.

Tenía la piel tal cual la porcelana vieja, blanquecina y delicada; los labios secos y reducidos; su piel, además de delicada, estaba tan delgada que se marcaba con exageración cada hueso del cráneo, con especial enfasis en los maxilares. Sus ojos por otro lado, cerrados y hundidos, se habían marcado en la cuenca de ellos, se podrían describir como dos canicas en el fondo de dos vasos vacíos; el cabello que llevaba en una cola de caballo desordenada era un nido de pájaros reseco, cascarizo y sin vida; su clavícula, el esternón y algunas de sus primeras costillas se lograban ver sin mucho esfuerzo gracias a lo grisácea y delgada que era la piel por esa zona, haciendo que Karol no batallara mucho al imaginar en qué condiciones se encontraba el resto del cuerpo de la mujer. Vestía con un pantalón de mezclilla desgarrado, una playera de manga larga negro y descalza.

Podía sentir un olor putrefacto emanar de algún lado, no necesitaba ser licenciada en acertijos para saber de dónde provenía. Aún así, sentía su corazón golpear fuertemente contra su pecho. Podía sentir su respiración tratando de expandir lo más posible sus pulmones para luego comprimirlos en microsegundos. Sentía todo su organismo maquinar a todo lo que se le permitía a un ser humano.

Pero aún así, era demasiado todo eso por su actual situación de embarazo... O sea, ¿quién te prepara para ver a tu hermano del futuro envuelto en sangre flotando detrás de tu madre muerta que mece tranquilamente a tu hija?

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⏰ Última actualización: Jan 03 ⏰

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La Hija De Hal || Roy HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora