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— ¿Y bien? ¿Ahora sí me explicarás todo? —le preguntó Barry a Hal mientras subían al auto del último. Hal suspiró pesadamente en el asiento del piloto, apretando con fuerza el volante del auto.

— Acabo de adoptar a mi propia hija —respondió así sin más, para seguidamente arrancar el auto.

Siete palabras, solo fueron necesarias siete palabras para que Barry, un parlanchín que hablaba hasta por los codos, se quedará sin habla.

— ¿Qué tú qué-...? —su pregunta quedó en el aire.

Estaba sorprendido, no por el hecho que su mejor amigo, un mujeriego en todo su esplendor, fuera padre, cosa que por alguna extraña razón esperaba, sino por el hecho de que acababa de adoptar cuando, al punto de vista de Barry, no podía ni cuidar de sí mismo.

— Si —dijo Hal sacando de sus pensamientos a Barry—. Mañana al medio día vendré a recogerla... Y tú vendrás conmigo —sentenció mientras giraba una cuadra a la derecha. Barry, ya en sus cinco sentidos, identificó que era una calle a un supermercado muy concurrido.

— ¿Y yo por qué? —preguntó Barry.

— Porque eres mi mejor amigo —respondió Hal de lo más normal.

— Ok... ¿Y por qué venimos a un super? —volvió a preguntar Barry al ver a su amigo entrando al estacionamiento de el lugar.

— Necesito arreglar un par de cosas si quiero la aprobación de una adolescente respecto a mi casa —dijo Hal sin prestarle mucha importancia, pues buscaba un lugar para estacionarse.

— ¿Y para qué veng-...? —Barry fue interrumpido por Hal.

— Tú vienes a ayudarme —encontró un lugar—, y no digas que no —lo cortó antes de que emitiera sonido alguno—. Tú dijiste que somos mejores amigos, ¿no? —Barry asintió con la cabeza en silencio, arrepintiendo se internamente de sus palabras— Pues ahora te aguantas —terminó Hal mientras apagaba su auto.

Hal y Barry bajaron del auto y entraron al supermercado tomando cada uno un carrito, por orden de Hal. Se encaminaron por el pasillo principal hasta llegar a las secciones del hogar, reparaciones, etc.

— ¿Y bien? ¿Qué llevaremos? —preguntó Barry mientras se detenía a ver los diferentes tipos de pintura roja en un estante en la sección de decoración.

— Lo esencial —respondió Hal tomando tres galones de pintura blanca.

— ¿Blanca? —preguntó confundido Barry.

— Será la base —explicó Hal poniendo los galones sobre el carrito—. Ya después vendré con ella a comprar lo necesario para que lo diseñé a gusto propio. Esto es solo lo básico.

— Oh —se expresó el velocista.

Siguieron por los pasillos de las secciones, tomando todo lo necesario para la "remodelación" de la casa de Hal, agregando alguno que otro "desperdicio de dinero" por parte de Barry. Al final se llenaron los dos carritos.

Ya un vez que todo estuviera dentro del auto de Hal, Barry habló.

— Bueno, si eso es todo, creo que yo ya me voy-... —lo interrumpió Hal.

— Oh no, amigo —dijo mientras lo tomaba de los hombros—, tienes que pagarme cada centavo de mi dinero en tus estupideces compradas, y hay mucho trabajo en mi casa. Así que-... —dejo la frase en el aire y subió a su auto.

— Amigo, amigo —se empezó a quejar Barry haciendo muecas y ademanes con las manos mientras hacia una rara y un tanto parecida imitación de Hal—. Así no se tratan a los amigos Harold-... —Hal presionó el claxon— ¡Ya voy, ya voy!

Entró al auto murmurando cosas, mayormente maldiciones, hacia Hal, acompañados de ademanes groseros y escenarios mentales en los que le decía un sin fin de cosas a Hal.

Ante tal actitud, Hal soltó una carcajada, ignorada por Barry, quien seguía en su mundo de ensueño.

La Hija De Hal || Roy HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora