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Karol salió hacia la parte frontal de la pequeña comisaría en la que la mantuvieron prisionera. Salió a la calle.

— Te tardaste —le reprochó a su viejo amigo, quien se encontraba recargado en su auto negro al otro lado de la calle.

— ¿Así me agradeces por sacarte de ese lugar? —preguntó fingiendo indignación el adolescente frente a Karol— ¡Hm! Mejor te hubiera dejado adentro.

— Lo que digas —Karol hizo una pequeña pausa—. Bueno, yo ya me voy —dijo—. Bye —se despidió con la mano mientras se alejaba del chico en dirección a su casa. El chico la miro hasta perderla de vista.

— No ha cambiado —una sonrisa de lado se formó en su rostro. Le agradaba que no hubiera muchos cambios, a excepción de los físicos, en Karol.

[...]

— ¡Ya llegué! —anunció su presencia en un grito al abrir la puerta de su casa.

Ya llevaba casi un mes viviendo con su padre.

— ¿Dónde estabas? —fue lo primero que preguntó Hal mentiras Barry llegaba detrás de él. El velocista se encontraba nervioso.

— Fui a-... —Barry la interrumpió.

— La dejé ir a la cafetería con sus compañeras —mintió Barry de manera apresurada, por lo que fue pésimo. «No sabes mentir, tío Barry» pensó Karol aceptando su destino de fin de semana encerrada, aunque agradecida con su tío por tratar de encubrirla—, ¿verdad, Karol?

— No la ayudes, Barry —gruño Hal con sequedad, claramente se sentía traicionado.

— No tienes que mentir por mí, tío Barry —dijo Karol con simpleza y pena, fingida.

— ¿Dónde estabas? —volvió a preguntar Hal, seguía enojado por que Karol se fuera sin avisar. Lo cual a Barry, y a Karol, le parecía hipócrita ya que él seguía yéndose a citas sin avisar.

— Fui... Fui a con un amigo... Bueno, a una cita —mintió Karol, pero mintió tan fácilmente que ambos superhéroes le creyeron.

— ¿Una-... Cita? —preguntaron horrorizados ambos hombres presentes, en especial Hal.

— Podría decirse —dijo no muy segura Karol—. No es mi tipo.

Barry suspiró aliviado, mientras que Hal se relajó, aunque solo un poco.

— No vueltas a salir sin avisar —dijo Hal—, y menos si es una-... Cita —terminó de decir horrorizado por sus propias palabras.

— Está bien —cedió Karol con cara de arrepentimiento. «¡Si! Cayeron los dos» celebró mentalmente Karol, habían caído en su pequeño juego de engaños. Karol se encaminó hacia las escaleras que daban al segundo piso, pero fue interrumpida por su padre.

— Karol —la mencionada, junto a Barry, detuvo su paso—. Mañana vendrán unos amigos, quiero presentarte a ellos.

Karol solo asintió y siguió su camino hacia su habitación. Estaba pintada de negro. Al llegar a esta, se tiro a la cama.

¿Qué demonios hago? —le preguntó, en español, a la nada en un susurro— Esto se está prolongando mucho. Ya hasta sabe de mi existencia —se pasó una mano por su cabello, estaba frustrada—. Aunque parece que la Liga se está encargando bien de el asunto... Pero si siguen investigando descubrirán a los González... O peor aún, a los Pérez.

Su mente parecía un nido de gallinas respecto a su familia materna, se supone que no los conocía y que sus abuelos maternos le habían dado la espalda a su madre en cuanto descubrió su embarazo, tenía 17 años en ese entonces, aunque claro, esa era la historia para las personas externas a su familia... Y para Hal.

¿Qué demonios tengo que hacer, amá? —le preguntó Karol al aire— Por favor, dame una señal.

Y tal y como si su madre le enviara una señal, una pequeña piedra impactó contra la ventana de su habitación. Se levantó de su cama y se encaminó a la ventana, dispuesta a insultar en cualquier idioma, menos inglés, a el responsable de interrumpir sus quejas al aire. 

Sonrió al ver el auto negro de su amigo al otro lado de la acera. Saludó con una mano, cerró las cortinas y escuchó como el auto se iba.

Gracias, jefita.

La Hija De Hal || Roy HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora