Cuando el mundo comienza a desmoronarse poco a poco, hasta caer a cachos ¿Qué es lo que se puede hacer por sobrevivir? sin moral, sin reglas, solo animales en busca de vida.
"Te estoy siguiendo de cerca Collins- ponía con esa letra amontonada lige...
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Había pasado una semana desde la ultima vez que ví a Edrei. Se lo llevaron al complejo central, donde vivían los residentes pudientes y dignos de la fortaleza Holland, lo hicieron pasar por uno de mis rehenes, le concedieron el perdón, a mí, al ser una amenaza y la mente detrás del ataque me llevaron a golpes hasta el área este, dentro de la misma fortaleza a veinte minutos del área central.
—Empieza desde abajo—ordenó una voz por unos altavoces dañados, desde el día del juicio hasta mi día aquí me habían encerrado en una especie de habitación pequeña de cemento grisáceo sin puertas ni ventanas con una pequeña superficie rectangular que me empeñaba en hacer pasar por cama, no había baño, me daban agua y comida una vez al día además de una especie de medicamento que me forzaban a tragar—.
—Mi nombre es ____ Collins—comencé a relatar—no recuerdo de donde vengo, ni donde nací—.
Me hacían las mismas preguntas todos los días, como si intentarán discernir que tan cuerda seguía, la voz masculina era insistente con: ¿De donde vienes? ¿Dónde naciste? ¿Cuántos años tienes? ¿Quién es Edrei? ¿Qué es New de ti?
—Mi hermano y yo vinimos hasta Londres en una embarcación que robamos desde Estados Unidos—no era capaz de saber como podían escucharme y me sacaba de quicio cuando volvían a repetir la pregunta—.
—¿Eran tus padres biólogos nucleares?—preguntó la voz—.
Después de que terminaban de interrogarme, una especie de tubo diminuto pegado al altavoz viejo lanzaba un gas, intentaba cubrirme la nariz y la cara para no respirarlo, era inútil, terminaba por ceder, las cosas se ponían borrosas, me sentía somnolienta y mis ojos llorosos, hasta que finalmente me quedaba dormida, al despertar una bolsa de comida casera y una bolsa de agua estaban esperándome en el suelo a mi lado.
—No lo sé, por suerte no recuerdo nada de esos imbéciles—dije honesta, odiaba a quien fuera que hayan sido mis padres, me habían dejado a mi suerte, a mi y a Edrei—.
—¿Cómo llegaste a formar parte de los Zigor?—preguntó por decima vez en esa semana—tengo entendido que era una comunidad de supervivientes que no aceptaban ni a niños ni a mujeres—.
—Uno de sus miembros me encontró escondida en una de las casas, a las afueras de Idaho—repetí cansada por decima vez en la semana—tuvieron piedad de nosotros, nos llevaron con ellos, nos enseñaron a defendernos y a cazar, me volví francotiradora en el grupo años más tarde, un día uno de los molinos que tenían se encendió en llamas, el fuego arraso con todo a su paso, una horda de infectados llegó por el norte, varios intentaron contener tanto el fuego como el ataque, eventualmente todo se vino abajo, tomé a mi hermano y me fui, era más que claro que no íbamos a poder ganar esa pelea—.
