Capítulo 44

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Dividos: Detrás de la luna



Los gruñidos y el movimiento entre el bosque que nuestros ojos alcanzaban no hacían más que llenarnos de pavor, no habíamos maquinado lo suficiente en la mente aquella pelea repentina. La imaginación se entremezclaba con la irrealidad en un pelea sin tregua, eran muchos más de los que podíamos manejar.

—Tom...—murmuré, intentaba rastrear las sombras que se movían en la lejanía de la oscuridad, atreviendome solamente a mirar detrás de mí para buscar la mirada del castaño.

Él ya me estaba mirando mientras ayudaba a la mujer mayor a apoyarse sobre los hombros del hombre y la chica. Sus ojos no hicieron más que aumentar el influjo de mi desesperación. Teníamos que salir de allí, llegar al Jeep y esperar poder llegar a Riot en una pieza.

—¿Puedes correr?—le preguntó a la mujer mayor que tenía las marcas de la edad remarcadas por una sombra de anguistía. 

—No, no me puedo ni parar bien y no podemos dejar a mi Eilian aquí—exclamó en un sollozó, señalando con la cabeza el cuerpo mutilado y desnudo en el suelo, el quebrar de las hojas por el suelo realzó mis sentidos y piel erizada, saqué con rapidez inhumana el arco y tensé la primera flecha apuntando al bosque. 

—Mamá, apenas sí la podemos cargar a usted, no podemos llevarnos el cuerpo de Eilian—se lamentó la chica con el cabello blanquecino y los ojos griceses inyectados en sangre, tiraba de su madre hacía adelante para obligarla a moverse. 

Otro ruido más, un atisbo de los animales que nos daban caza, no pude ser capaz de tener la certeza hacía donde debía apuntar la flecha. 

—Tenemos que irnos ya, si nos rodean estamos muertos—apostillé, llamando la atención de la familia que paso su atención suplicante de Tom a mí cuerpo caminando hacía él—, escuchéme bien, sí no se mueve él no será lo único que perderá esta noche—advertí destensando la flecha para encarar a la mujer siendo yo una cabeza más alta que ella. 

—Sigue siendo mi hijo...—lloriqueó, el líder de la manada comenzó a comenzó a arrastrarse por el suelo, intentando alejarse con la derrota asediandole las rodillas, habían unos cuántos hombres que sangraban moribundos en el suelo, mujeres que intentaban alejarse gateando del lugar con sus flautas en la cintura. 

Mis palabras no la alcanzaban era el cuerpo de su hijo el que se encontraba sin vida en el suelo, había sido humillado antes de morir, siendo asesinado de la peor manera, lo menos que ella esperaba era un entierro digno. 

—Mierda—. Me arrepentí casi al momento de pronunciar la maldición, guardando la flecha en el carcaj y me lleve lel arco a su lugar en mi espalda y caminé con la descición desconocida hasta el líder de los creyentes que se dirigía en total silecio hacía una chica oculta entre los arbustos, tomandoló del cuello por la espalda; la chica tenía una cicatriz hecha aposta atravesandole el rostro, su cuerpo y su rostro se encontraban pegados a sus propios huesos, tenía el cabello rojizo largo y sucio y los ojos verdes, me vió con temor, debatiendo entre separarse cuando notó la manera en la que mantenía su líder a raya incluso con todo el forcejeo.

Tenía en la cintura el mismo cuero prefabricado derivado de algún animal, sobre la misma llevaba la flauta de madera que tanto estaba buscando. 

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora