Capítulo 46

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Entre las venas

Puedo percibir el brillo de sus ojos bailando en sus pupilas, sus labios antes expuestos en risa ahora aguardan como una línea fruncida sobre su piel, tuve la sensación de que podría hablar más si yo desviaba mis ojos de los suyos y así lo hice, s...

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Puedo percibir el brillo de sus ojos bailando en sus pupilas, sus labios antes expuestos en risa ahora aguardan como una línea fruncida sobre su piel, tuve la sensación de que podría hablar más si yo desviaba mis ojos de los suyos y así lo hice, sintiendo el corazón volcando en mi pecho con una nueva revolución, él me dió la espalda acomodando la escopeta en su hombro, sin soltar la tabla para caminar hasta la orilla de la amplia barda sentándose con las piernas tendidas en la nada.

El corazón me revolucionaba, cada vez más acalambrado y entumecido, estaba claro. Se me iba a marchitar el corazón.

—¿Estás enamorada de Bastián?—. Tom me preguntó con completa calma, sentado en el borde, no pude observar sus emociones en los tendones de su espalda, sus omóplatos ni su voz, su voz no se encontraba cargada de indiferencia, pero tampoco de cólera total.

Estiró el cuello en busca de mi respuesta, quería leerme el alma a través del alma, aquel era su encanto de cazador, y más grande defecto, estaba completamente tranquilo mientras yo sentía que el beso de Beaufoy todavía me quemaba los labios. ¿Qué era de mi voluntad cuando él estaba cerca?

Me senté a su lado y busqué de manera honesta la respuesta a su pregunta, el aire olía a bosque, mi cuello y mi piel olían a Baz.

—Él es un buen chico—balbuceé, él dejó el rifle y la tabla debajo del mismo, apoyando sus manos para enfocar su vista en el cielo, lo ví soltar una risa.

El olor del arbolado no me dejaba ver sí él olía a Meredith. Mierda.

«¿A mi que me importaba si olía a ella? Ella era suya y él era suyo, yo nada tenía que ver en ello».

—"Buen chico"—se burló, encogiéndose de hombros—. Eso no suele ser muy buena señal nunca, Collins.

«Collins». Le había escuchado tanto llamarme Eris que me sorprendió a sobremanera escucharlo llamarme por mi apellido, ni siquiera me había llamado por mi nombre, ¿estaba enfadado?, ¿decepcionado? Sentí de manera súbita el encogimiento de mis pulmones.

—Es un mundo cruel, que siga existiendo gente como Baz es una ventaja—tenía los codos apoyados en las piernas, había sido insistente con mirarle mucho tiempo, y es que su piel relucía más a la luz de la luna.

Tom siempre sobresalía, cubierto de barro o de tierra, a trescientos metros bajo tierra o surcando los cielos; había nacido para hacerse notar en cualquier escenario.

—Supongo que tienes razón—se rindió, y la conversación pasó de poca a nula.

Quería pedirle que se fuera, tenía en la punta de la lengua las palabras correctas para abogar por mi propio bien.

—Tom—lo llamé, él desvió la vista del paisaje poco estrellado para verme. Aquella ceja alzada, el puente de su nariz roto, sus pestañas y su mandíbula, sus ojos reconociendo los míos. Joder. —¿Te gusta Meredith?

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora