Capítulo 49

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Sobrevive

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Sobrevive


En mi cabeza habían pasado solamente dos días, en mi cuerpo el transcurso del tiempo se sintió como el transcurso lento de dos años, no me detuve avanzar por la carretera principal era suicidio, ir por la ciudad era arriesgado, solamente me había detenido a descansar cuatro horas, las plantas de los pies me henchían y ya podía prescindir el influjo de la sangre que saldría al quitarme los zapatos, tenía los dedos de los pies casi encarnados con los otros, mis manos estaban cubiertas de callos; había empujado la motocicleta gran parte del día, no era de esos vehículos que iban con energía solar, él me lo había advertido:—Podré darte una de las motocicletas, pero tiene que ser una normal, que use gasolina normal, las que funcionan con energía solar las tienen en otra parte—y así lo hizo.

No sabía que debería esperar en el correr de las siguientes horas, el solo pensar en ello la cabeza me daba vueltas; en teoría, si el mapa no mentía debería ser capaz de llegar al norte de Kingston en un par de horas, desde ahí y si la lluvia torrencial no había arrasado con todo, podría ver las huellas del caballo, aquello era lo menos complicado, lo escabroso vendría después, por las ropas viejas pero no descuidadas del rubio me imaginaba que no era parte de un simple pueblo, puede que no estuviera tan avanzado como Riot, pero no eran un grupo aislado ni pequeño, un picor me recorría las sienes en solo pensar que tendría que entrar a otra barricada, mis planes eran un desastre. ¿De verdad planeaba entrar sin que me vieran, llevarme a Edrei e irme sin que me dieran un tiro en la frente? Y más importante aún ¿El rubio formaba parte de los creyentes de la luz?

Mi cabeza viajaba a una velocidad descomunal intentando unir los cables que unían a Osterfield con Tom pero en cuánto más pensaba en Tom, más pesaban las piernas, ¿me buscaría?, ¿le harían daño por mi culpa?, ¿cuánto tardaría él y Kebo en encontrarme?

«No» me reñí.

«Debo dejarlo ir, no tiene motivos para buscarme, de querer hacerlo ya me habría alcanzado... Tiene que quedarse donde está y vivir su vida».

A las tres de la tarde los halos de luz por parte del sol y el reflejo del mismo en los capós de los autos me segaban, el asfalto ardiente parecía querer que mis botas se derritieran y dejaran sobre expuestos mis pies heridos. No había animales por la zona, era probable que la mayoría de ellos se encontrará migrando a otras zonas o simplemente hacían y deshacían su vida en el bosque donde se ocultaban los creyentes, sitio al que me aterraba entrar; mi búsqueda se había reducido alzar la cabeza en busca de árboles fructíferos, tal vez pudiera encontrar más brevas como las que me dió Tom meses atrás, tal vez podía llenarme la boca para cubrir el ruido de mi cabeza, tal vez podría dejar de pensar en él.

«Tengo que dejar de pensar en él, no puedo pasarme la vida buscando en los árboles, ni el hierbajo, mucho menos en la pureza de las nubes».

A las seis de la tarde, cuando el cielo se tornaba de un azul infinito, el cambio súbito del clima me arrolló; cuando la mayoría de los humanos murió la tierra dió un respiro, las plantas se dieron permiso para romper los esquemas, rebasaron el pavimento y recuperaron lo que era suyo, los animales que sobrevivieron se adaptaron a la crueldad del mundo, sin embargo el impacto de la humanidad distribuyendose como el cáncer en la tierra había sido enorme, habían plantas que ya no crecerían por el virus que se alzaba en el aire y también el cambio climático era descomunal, en algunos lugares la tierra era árida y en otros las inundaciones incontrolables, el norte de Kingston estaba cubierto de lodo, el cielo ya estaba cargado de nubes listas para descargar su furia cuando me subí a la bestia metálica con las piernas hormigueando, no tendría la capacidad de manejar de regreso a Riot—y no tenía por qué—pero podría salir de Kingston y buscar algún refugió en francia ó incluso otro embarcadero para volver a Estados Unidos, Venezuela ó México. Pretendería apartir de allí que mis labios jamás habían hecho contacto con los suyos, que su piel no había dado un chispazo crítico a las funcionalidades del cerebro, que su nombre no me adormecía la lengua y el recuerdo de sus ojos brillantes como el firmamento en las noches no me presionaba la herida abierta que tenía en el pecho.

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora