Capítulo 35

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Cerdos.

Transcurrieron dos meses con la lentitud necesaria para que comenzará a desesperarme, todos los días era la misma rutina amenazante, me despertaba antes de que el sol siquiera asomara por el horizonte, Bastián me escurría entre aquel camino fuera ...

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Transcurrieron dos meses con la lentitud necesaria para que comenzará a desesperarme, todos los días era la misma rutina amenazante, me despertaba antes de que el sol siquiera asomara por el horizonte, Bastián me escurría entre aquel camino fuera del área del este, la mayor parte del tiempo tenía que esperar con poca paciencia a que llegará el camión de medicinas, una camioneta grande en color blanco y cuyos faros se encontraban amarillentos por el paso del tiempo, un par de hombres diferentes con rostros serios me hacían subir en la parte trasera de la camioneta tras asegurarse de que no llevará ni una sola arma conmigo, con insistencia el traqueteo del vehículo por el camino de tierra hacía que las cajas plásticas chocando entre sí me llevaran a los nervios.

—Te estaré esperando aquí cuando vuelvas— dijo  Bastián esa mañana con un el cabello negro azabache brillante en una media cola de caballo, él era encargado de no apartar los ojos de mí mientras estuviera en el este, sin embargo él no estaba autorizado a acompañarme, por lo que solo podía acompañarme hasta que subiera a la camioneta—, cuídate mucho de Segan, dice Duncan que ya le dieron el alta del hospital y no esta para nada contento contigo.

No había hablado con Bastián acerca de lo ocurrido aquella noche que pacte un acuerdo con Holland, todo había pasado tan rápido y era tan irreal que los detalles me escaseaban, el pelinegro tampoco hizo preguntas, ni siquiera me cuestionó el por que lo había dejado tirado a la deriva, de aquella ocasión resultó con unos cuantos moretones purpuras en su inmaculada piel blanca, uno a la altura de la barbilla y otros cuantos más por la espalda y el pecho, tuvo que vivir las primeras semanas de caza con su perfecto semblante varonil manchado.  

—No te preocupes, no creo que dure mucho donde esta.— la madrugada era espesa y el frío era electrificante, una neblina se levantaba entre nosotros, el cielo era más purpura que azul y en contraste con la piel de Baz esta le daba una apariencia incluso más llamativa. — Tom quiere matarlo.

—¿Él te lo ha dicho?—preguntó bajando la vista a mi rostro, él era considerablemente más alto, apenas y podía rozarle el cuello con mi frente.

No, Tom no me había dicho nada, él primer día que me llevó a la central me guío a un túnel subterráneo pegado a unos cuantos metros del hospital,  dentro de aquel túnel las luces blancas eran brillantes y todo se veía absolutamente pulcro y limpió, asumí por el aspecto y la cantidad exuberante de puertas que debía ser el laboratorio de su madre y de su hermano;  me encerró en una habitación blanca sin muebles y acolchada por veinte minutos, los cuales pase pensando que tanto había logrado hacer el castaño para conseguir construir un lugar así debajo del suelo, era como si hubiera construido edificaciones enteras debajo del suelo, lo que significaba  a su vez que la población con la que contaban debía ser enorme y gran parte de esta debió haber estado oculta en los pisos internos para cuando efectué el ataque. Me sorprendí bastante cuando una mujer de tez morena entró por una puerta de cristal corrediza, con el cabello corto ocultó en un pañuelo sobre la cabeza, tenía puesto un overol blanco y llevaba una cinta en el brazo izquierdo en color azul marino, tenía un par de ojos oscuros y entornados los cuales no despegó de mi cuerpo sentado en la esquina de la habitación. 

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora