Capítulo 34

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Tregua: Héroe y villano

Hace falta extremo cuidado y voluntad para no convertirse en villano, 

¿por qué es un villano el malo?

de mi costilla a tu pecho, 

no hubo un rescate temprano,

un océano transparente repleto de misterio me cruza y me ahoga,

yo que juraba que contaba con branquias, 

yo que juraba que en esta historia, yo era la buena. 

y tu el villano.

Un martilleo acedía mi cabeza, agolpado en cada parte de mi cerebro, tener a Tom ante mí evocaba la misma sensación que un caballo galopando sobre mi cuerpo, tenía el rostro lleno de tierra y la costra de una herida apenas cicatrizada en la barbilla

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Un martilleo acedía mi cabeza, agolpado en cada parte de mi cerebro, tener a Tom ante mí evocaba la misma sensación que un caballo galopando sobre mi cuerpo, tenía el rostro lleno de tierra y la costra de una herida apenas cicatrizada en la barbilla.

—Andando, tenemos que irnos antes de que todos se enteren que estamos aquí. — Convino, las piernas se me doblaban al tenerlo de cerca, no obtuvo respuesta y no pareció tener interés en rogar por una, se giro con la guadaña cubierta de la sangre de la criatura entre las manos—. ¿Estas herida?

No tenía voz para hablarle, en vez de ello, recordaba todo lo que había hecho aprovechándose de su puesto como líder; apenas éste se dio la vuelta me incliné sobre el suelo, estirando el brazo,  tomando la espada de filo doble de entre las rejas y la tierra, al tirar de ella el metal de la reja y de la hoja al rocé rasgaron el silencio del aire, mis manos temblaron y toda mi furia creció cuando al intentar atravesarle el cuello con el filo puntiagudo al castaño que interpuso su propia guadaña, cubriéndose desde la espalda, pude ver con claridad los detalles cadavéricos que esta guardaba. El castaño sin siquiera bufar por el esfuerzo giro sobre si mismo, apartando la espada antes de patearme sin muchos ánimos el esternón, mi cuerpo se negó a caer al suelo, me doble el tobillo al aferrarme de la espada para encararlo.

Eran claras mis intenciones de matarlo y él lo sabía. 

—Supongo que seguimos siendo enemigos... 

Toda su piel resaltaba con la luz encima suyo, como si él mismo fuera una estrella, la más brillante de todas, con los labios partidos y rosados, sus ojos grandes se enfocaron en mí como si lo hubiera herido, ante esto la espada en mis manos estuvo apunto de resbalar.

—Tu jamás serás mi aliado, he decidido que viviré hasta el día en el que pueda matarte —hablé con los dientes adoloridos por apretarlos tanto, gire la espada en mi mano derecha, esta me obedeció cuando entre el levantamiento del polvo y el coraje resguardado intente golpear al castaño esta vez sosteniéndola con ambas manos.

Éste aceptó el ataque sin muchas preocupaciones, el rocé del filo de su arma y la mía sacaba al aire el sonido del metal raspándose, se me erizó la piel al inició de la pelea, sus pies eran tan rápidos y sus movimientos tan precisos, yo me quedaba sin aire conforme intentaba partirle los brazos y el cuello y éste apenas y titubeaba, jugueteando con su nueva guadaña como si de una danza se tratará, giraba con ella en las manos, la usaba de escudo y de arma, en cuestión de golpes el frío de la noche se encendió entre el movimiento de su cuerpo y el mío, le pateé el estomago y él me atizó un golpe con el cráneo de la guadaña en el pie.

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora