Epílogo

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El lobo que sobrevivió.


Campamento de sobrevivientes "Ensenada"

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Campamento de sobrevivientes "Ensenada"

Kingston Upon Thames, Surrey.

Diez años atrás.

Hay un niño con el cabello rubio como el oro y los ojos azules como el mar, en su rostro tiene marcados los rastros del terror y en el interior de sus uñas lleva la mugre mezclada con sangre. Sus ojos viajan por la habitación aislada de un lado a otro. Su confianza ya no está a la venta.

—¿Cómo te llamas?—pregunta la mujer mujer de cabellos oscuros y labios fruncidos con una dureza poco misericordiosa.

Lleva media hora intentando llevar una bitácora para guardar un registro de la llegada de aquel peculiar y extraño niño que apareció de la nada con medio cuerpo quemado, la cara llena de ceniza y sangre en la ropa.

—Aquí—la mujer exige algo de atención por parte de esto y con ello evitar escribir "es completamente idiota" en la libreta—. Mira a esta cámara y habla.

Le da un golpe seco a la mesa y aquel niño delgado se contrae aterrado por lo que podría llegar a pasar si no se saca las palabras el mismo.

—Me llamo Harrison Osterfield, Oster como las licuadoras, field como "campo" en inglés— aquella sería la primera vez que la mujer lo escucharía hablar.

—¿Es ese tu apellido real o te lo inventaste?—preguntó y el niño se encogió de hombros. El apellido formaba parte de sus recuerdos al igual que la violencia y el maltrato, pero llegar a separar lo que era real y lo que no, le era imposible con aquellas lagunas mentales que le robaban parte de su vida. —¿De dónde vienes Harrison?—preguntó nuevamente la mujer añorando que este no volviera a sellar su pacto de confianza.

—Soy de Henley-on-Thames—expresó con extrema seguridad, su vida había sido corta, sin embargo jamás olvidaría su vida en Henley, llevaba el puerto y el Río Tames grabado en las pupilas.

—¿Cómo terminaste en Kingston?—le cuestionó ella y por respuesta recibió otro encogimiento de hombros. Averiguar qué había ocurrido con cada refugiado nuevo era casi imposible y aquella entrevista no marchaba nada bien. Si no conseguía nada interesante de aquel muchacho de no más de doce años terminaría por desesperarse, insultarlo y echarlo al fuego. —Estuviste en Riot con tu hermana.

El solo escuchar el nombre de aquella barricada el niño se enderezó de golpe, la presión se le subió de golpe y sintió el bombeo de su sangre detenerse en su cuerpo a la par que aguantaba la respiración.

—¿Qué pasó ahí dentro?—preguntó la mujer de tez tostada, acercándose con la curiosidad revolotear entre sus manos.

Riot era un grupo fuerte comandado por todo lo malo del universo, cada uno de sus líderes representaba un cáncer humano.

Survive (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora