3 de noviembre

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La he cagado.
Mucho.
Volvere a estar encerrada.
Mierda.

Hoy vino Samuel a visitarme. Pero no vino solo.

También vino ella. Sí, ella. Iris. No puedo exolicar con palabras lo que sentí al verla. La rabia que me invadió el cuerpo sin control.

En cuanto me dirigio la palabra, disculpandose por su ausencia, que falsa es, no pude más.

Y estalle. Numca había chillado así, ni me había tmretorcido de esa manera, sin embargo no la llegue a tocar, me limite a dirigir las manos a los laterales de mi craneo y a chillar, luchando por controlarme.

Fue entonces cuando ocurrio.

Siempre me he sentido extraña, pero esto se sale de mis expectativas.

Cuando volví a abrir los ojos alli estaban ellos, practicamente machacados contra la pared, entre un amasijo de pidrios y hormigón, pero vivos. Era como si una bomba hubiera estallado dentro de la habitación.

Era como si yo hubiera estallado.

Obviamente los médicos no les hicieron mucho caso cuando hablaron de sucesos paranormales, pero por los daños han presentado una demanda al centro, y he sido sancionada de nuevo, encerrada en la jaula.

Quiero cortarme las venas y cerrar los ojos.

Para siempre.

Más tarde...

Cuando llegué me sorprendió la aparición de una rosa negra sobre el blanco y mullido suelo de la habitación psiquiatrica. David.

Aún no había podido hablar con él. Como había entrado en la habitación? Ya jamás lo sabré. Jamás saldre de aquí.

Solo me quedas tu, y no eres más que un diario de tapa rota y maltratada.

Pero te quiero.

RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora