28 de diciembre

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Me despierto temprano, lo se por las indirectas somnolientas de mi cansado cuerpo, me levando y me siemto sobre el rigido colchón que, colocado sobre una robusta placa de metal, constitulle mi cama. Piso el blando suelo, es como pisar el cielo en medio del infierno, y apoyo todo mi peso sobre mis pies. Me froto varias veces los ojos y miro la habitación, oscura, es imposuble ver nada a las de dos centímetros de mis narices, pues la habitación no posee ventanas y la iluminación artillficial se activa automáticamente a las siete de la madrugada. "con esta luz ni siquiera las cámaras pueden verme", y sonrío ante estos pemsamientos, por primera vez en meses dejo de sentirme observada.

Camino a traves de la penumbra, y entonces me topo con ella, me delata un fuerte dolor, un pichazo delicado en mi dedo gordo del pie, el cual aparto rápidamente por puro reflejo, me agacho y adivino la forma de mi "agresor" sobre el suelo de mi celda. Noto su delicada y suave textura bajo mis dedos y me imagino el color de su tallo, verde y vivo, lo que no consigo adivinar es el color de los delicados pétalos de la rosa que sostengo aún con cariño entre mis dedos.

"David", pienso. Como puede hacerlo. Es incomprensible, necesito respuestas, pero a la vez tengo el extraño miedo de que me las de.

Noto una gota de sangre resbalar sobre mi brazo, deslizandose lentamente, manchandome de un impecable y tierno rojo apasionado hasta la muñeca, los nudillos, la mano, y finalmente aterrizamdo sobre el suelo. No le doy importancia, cada mañana sucede lo mismo, pero un día me abriré la arteria a mordiscos, y eso me aterra, especialmente ahora que tengo a David y Carrie, bueno, y Lia.

Más tarde...

La rosa resulto ser rosa, un extraño rosa pastel, muy bonito, del mismo tono del que me pensaba teñir el pelo amtes de entrar aquí.

Pienso en como era antes, pienso en mis antiguos y superficiales sueños, pintados de rosa pastel y con un delicado y pastoso aroma a algodón de azucar. Ahora mi unico sueño y esperanza es salir algún día de aquí.

Suena la sirena y me deslizo a traves de la pesada puerta metálica, hoy mi madre no ha venido "mejor", pienso.

Recorro el pasillo descalza, como siempre, y correteo esquivando a la gente. Llego al comedor y saludo a Lia, pero ella no es mi objetivo, ahí está el, con su cabello dorado cayendo como una casacada de luz sobre su frente, sobre sus perfectos ojos azules. Lo miro y me mira, como siempre, me siento juento a él en la silla de al lado y le robo cariñosamente una de las patatas que está comiendo. Le enseño la rosa y le doy las gracias, me encantaría preguntarle como se cuela en mi habitación, pero no lo hago, no se por que.
Simplemente le sonrío y apoyo mi cabeza sobre sus robustos hombros, hasta que ka sirena vuelve a sonar y me devuelve a la Tierra, en la cual no me quedo mucho tiempo, pues David se empeña a llevarme hasta las nubes con un dulce "te amo".

Entonces me doy cuenta y le contesto.

'Te amo"

RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora