10 de enero

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Estoy en el cementerio de nuevo. Un día más.

Esto es tan monótono.

Dejo la rosa sobre la lápida de mi madre, sobre la cual algún asqueroso campesino ha pintarrageado "arde bruja" con pintura roja. Borro un poco las despectivas palabras y le dejo la rosa, de un negro intenso como la noche. Siempre me han gustado las rosas, y le traigo una al mes, ya que no puedo permitirme más.

Me doy la vuelta y saludo a Dorothy, la pequeña de cinco años que se resavaló en el barranco. Me deslizo a traves de la niebla y veo a lo lejos una sombra, será una estatua pienso, pero a medida que abanzo me doy cuenta de que no es una estatua, me conozco este tenebroso lugar como la palma de mi mano, y esa estatua no debería estar ahí. Acelero mi paso, nerviosa y ansiosa por descubrir de que se trata.

Poco a poco distingo mejor el monumento, es la figura de una especie de ¿Ángel? No estoy segura de que es, pero una cabellera corta y ondulada desciende sobre su cabeza, justo encima de unos fuertes hombros, de los cuales dos alas blancas crecen como arboles anclados al suelo.

En ese momento la estatua se gira y me mira con esos profundos ojos azules tan seductores como una rosa roja entre las llamas de Salem.

He visto un Ángel.

Más tarde...

---Estoy al tanto del extraño incidente de ayer.
----¿Que incidente?---pregunto yo, con un tono irritante y exageradamente inocente
----Querida, no deberías andarte con bromas conmigo. Según el doctor Hans "Esa bruja, salida directamente de los infiernos, ha prendido fuego a la habitación con solo mirarla, EL DEMONIO RESIDE EN SU CUERPO". Obviamente, ni yo ni los demas doctores nos hemos creído sus fantasiosas teorías, soy una mujer que necesita datos. Claro que viendo tu increible e inusual historial estás consiguiendo que me cuestione todo aquello en lo que creo, pequeña "bruja"

Comienzo a alterarme, pero hace tiempo que he aprendido a controlar mis impulsos.

---Entonces es usted doctora?
---Oh querida, soy mucho más que eso, para tu pesar soy la nueva directora del centro, y las cosas van a cambiar un poco por aquí. Comenzarás las clases mañana y desoues te dirijirás a la cocina, donde podras hablar con tu pichoncito---me escupio, diciendo de manera especialmente despectiva esto último---durante media hora, después pasarás el resto del día enjaulada como la bestia que eres.

Esto último me acaba de enfadar, me concentro en su cuello y comienzo a sentir la ira salir de mi. Su cuerpo se eleva unos centimetros del suelo y se lleva instintivamente las manos al cuello, la estoy axfixiando sin siquiera tocarla, pero esa zorea es lista, y en menos de un segundo presiona un botón en el mecanimo que agarra con la mano y noto el analgesico entrar he inundar mi cuerpo, en pocos segundos yo me encuentro ahogandome entre el mar de los sueños y la orilla de sus palabras de despedida.

---Zorra del infierno.


RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora