18 de diciembre

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Me he vuelto a levantar con cortes, como siempre, pero pasé un poco de ello; "psicótica masoquista" me llamé para mis adentros.

Las voces habían cesado y aún podía notar la suave textura del cabello de David, bajo mis dedos. A penas llevaba unas doce horas separada de él y ya lo hechaba de menos como si no lo hubiera visto desde hace años.

Que es lo que me atrae hacia él? Será el alo de misterio que lo rodea? O su carismática sonrisa? No. No lo sé. Pero esa sensación... lo deseo.

Lo deseo tanto...

Más tarde...

Estaba hablando hoy con Carrie, como cada día, hablamos un rato del centro y sus estupidas cámaras, a la mierda la intimidad. En ese momento vino David.

No sabría definir la mirada que le dedico Carrie, sus profundos ojos verdes se clavaron en el rostro de David, con una mirada entre desconfianza y suplica, como pidiendole que se alejara de mi, pero parece que se conocen. Pero no importa, ya que David la ignoro totalmente; solo me miro a mi, como si fuera el centro de su universo... no pude evitar sonrojarme ante estos extraños pensamientos, y creo que el lo noto.

Simplemente me miró con esa sonrisa blanca y pícara suya y extendió sobre mis palidos y delgados dedos su obsequio, una rosa. Era roja y brillante, un rojo tierno y ardiente como la sangre, era preciosa.

Inspire el dulce aroma de la flor y le sonreí, solo estabamos nosotros, el resto del Universo había desaparecido totalmente. Solo él y yo.

Solo tu y yo.

Pero tocó la sirena, y todo volvió a ser como era.

Y aquí estoy, escribiendo tonterías adolescentes como la estupida quinceañera enamorada que soy, olfateando esta deliciosa rosa que tanto me recuerda a el.

Enamorada? Sí.

Se podría decir que estoy enamorada.

Estoy locamente enamorada de David.

RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora