9 de enero

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Camino a lo largo del mercado, entre la multitud de campesinos, que se arremolinan a mi alrededor.

Cojo una manzana y pago al campesino, dueño del humilde puesto.

Una manzana es de los pocos lujos que me puedo permitir, y pocas veces. Muerdo su piel roja y carnosa, y al instante una placentera explosión de sabor se extiende desde mis labios hasta mi garganta.

Arranco el trozo de manzana entre mis dientes y disfruto del delicioso jugo de la fruta. Deliciosa.

Continuo deslizandome a traves de la numerosa gente que se reune cada día en el mercado. En cuanto salgo y me alejo de la gente doy un suspiro de alivio, nunca me han gustado las grandes multitudes.

Continuo mi camino, mi rutina diaria. Tropiezo con una roca del maltratado camino, pero me levanto rapidamente y continuo, ya he llegado, estoy dentro eel cementerio.

Al principio venía a visitar a mi madre, a la cual quemaron en la hoguera, acusada de brujería, al igual que sus hermanas; y yo hubiera corrido su mismo destino de no ser por aquella bondadosa prima lejana de mi padre, que consiguió alejarme de la podredumbre de Salem.

A veces pienso que hubiera sido mejor arder en la hoguera, dado que las acusaciones no son falsas, pues algo oscuro corre por mis venas, pues mi familia lleva ligada con el diablo desde el principio de los tiempos, y siempre lo he sabido, ya que no puede haber otra explicación a mis extraños dones.

Como iba a poder si no hablar con los muertos? Almas ligadas en la muerte al mundo de los vivos. Almas en pena.

Más tarde...

He leído lo anterior. Ya conocía el poder de mi sonambulismo, capaz de dañarme mientras estoy acunada en los brazos de Morfeo. Pero esto de encuentra fuera de mis expectativas.

Escribir dormida. Mis sueños.

Vuelvo a tener sueño.

Más tarde...

Me despierto de nuevo en esta estúpida habitación blanca y al instante recuerdo el incidente con la enfermera. Pero mis pensamientos se ver interrumpidos por la presecia del doctor, que acaba de entrar en la habitación.

---Desde que te vi por primera vez entrar en esta misma habitación supe que tenías algo especial, algo diferente. Y ya no me refiero a ese extraño tumor que guarda tu impresionante encéfalo. Hablo de ese don, esa habilidad tuya; pues aceptemoslo, son ya demasiados incidentes iguales como para seguir considerandolos "explosiones súbitas", claro que esto ya lo sabrás, no?--me escupió, clavandome sus vacuos y estudiosos ojos grises.
---Vayase a la santisima mierda--- le escupí, intentando parecer tranquila, aunque la idea de realmente poseer estas habilidades me aterraba, al igual que las miles de preguntas que se arremolinaban en mi mente entorno a mi "poder" y las sombras.
---puedes seguir resistiendote, haciendote la dura, Nerea, pero ambos sabemos que realmente eres débil, y yo conozco tu debilidad.
---¡QUIERO VER A DAVID!---le chille, mientras poco a poco iba alterandome cada vez más
---¿O qué? ¿Vas a matarme con tus poderes, bruja?---dijo, escupiendo esto último como algo totalmente despectivo--- venga ya, asúmelo, apenas eres capaz de romper un vaso de agua y causar un par de rasguños a una enfermera.

Eso último me cabreo, y realmente no se de donde saqué la fuerza suficiente, de la adrenalina y la ira del momento, supongo, pero note mis pupilas dilatarse hasta ocupar completamente mis ojos, cubriendo mi mirada al completo y dandole un aspecto oscuro y diabólico; y al momento mi cama estaba temblando, suspendida a unos centímetros del suelo y envuelta entre llamas que parecían salir de mi cuerpo, del infierno que florecía dentro de mi, y que quemaba la mirada aterrada del doctor Hans, tal y como indicaba la placa de su pecho. Lo lance por los aires, estrellandolo contra la pared, pero entonces comenzó a nublarseme la vista, estaba agotada, no podía más, la cama descendió de golpe e impacto contra el suelo, a la par del cuerpo del doctor, y ambos quedamos envueltos entre las llamas, que se devilitaban junto a mi, hasta que perdí totalmente la consciencia, dormida entre el humo.

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