25 Destellos Azules

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Verónica

Con algo de miedo, toco dos veces la puerta de madera que conduce a la alcoba de mi tía, y con mi otra mano, aprisiono con fuerza el pequeño libro. Ya han pasado dos semanas, y necesito hablar.

– ¿Y ahora qué hiciste? – me dijo mi tía al verme en el umbral de su puerta; yo me volteo al notar que está detrás de mí.

–Necesitamos hablar tía – ella se acercó y abrió su puerta, pasando por mi lado como si no me hubiera oído.

–Yo creo que no hay nada de que hablar, Verónica – me dijo ya al estar adentro, puedo notar un pequeño tono molesto en su voz, lo que enciende mis alertas – debo hablar con calma

–Tía no fue mi culpa... – trato de explicarle, pero ella levanta su mano, un gesto característico de ella y mamá, cuando quieren que me calle; ella me mira, estoy completamente segura de que está decepcionada.

– ¿No fue tu culpa...? – dice cada palabra de manera lenta y torturante, como si quisiera remarcarlas más, para así, hacerme sentir peor; se acerca a la cama y se sienta, toma entre sus dedos el puente de su nariz mientras respira lentamente, para después hablar con un tono neutral – yo confié en ti, te di el mapa, te dije a donde ir, ¿y qué hiciste...? fuiste ahí, exponiéndote a todo tipo de cosas, ¿si hubiera habido algo o alguien ahí? ¿Qué crees que hubiera pasado? – quería decirle que no me dijera lo que ya sé, y que no necesitaba otro sermón que me hiciera sentir más desgraciada de lo que estoy ahora, pero es mi tía, y no hay nada que yo pueda decirle.

–Fuiste muy irresponsable, y no solo eso, también egoísta, no solo conmigo, que gracias a lo que hiciste están llevando una investigación de esa torre, y cómo la hallaste – traté de hablarle pero ella no paraba – sino también con Connor, ahora debe de estar rogándole a Dios para que le den otra oportunidad con sus pruebas, porque si no hubiera sido por tu incompetencia, ya estaría en la APHL, y no en terapia por ¡haberte salvado la vida! – dijo escupiendo cada palabra, y haciendo que recordara a la única persona que no quería que pasara por mi mente en ese momento.

Connor... se lesionó los antebrazos cuando me atrapó, cuando estábamos viniendo de la torre, sentía varios mareos, y el dolor en mi nuca era insoportable, así que él me cargó hasta llegar a los muros del reino, lo que hizo que sus brazos empeoraran; no nos dimos cuenta hasta el día siguiente, cuando comenzaron a aparecer moretones, aparentemente la caída y mi peso fueron dos cosas, que juntas pudieron fracturarles los brazos.

Fue un desastre, al llegar los guardias se alarmaron al verme en los brazos de Connor, llamaron a mas guardias, que esos vinieron con más guardias y al final, Elisa, Connor y yo, nos vimos rodeados por una muchedumbre, compuesta por sirvientes, pobladores, caballeros y... mi familia, que no estaba muy contenta de mi imprudencia.

– ¡Pudiste haber muerto! ¡Caíste de una altura gigantesca! – increíblemente, mi tía repetía el mismo discurso de mi padre, creo que la única persona que ha sido comprensiva conmigo ha sido mi madre, que después de verme entrar por las puertas del castillo, toda sucia, con algunos moretones de la caída, y estar sangrando en la nuca, no quiso hacerme sentir peor, y eso lo agradezco, sabía que había sido descuidada, pero ella pudo entender que me hacía falta más era un abrazo, que un sermón educativo.

– ¡Verónica! ¡Te estoy hablando! – parpadeo varias veces y la miro perpleja, no sabía en qué momento dejé de escucharla – eso es lo que ocurre contigo, no escuchas, y tampoco ¡piensas! Porque si hubieras por un momento, pensado en las consecuencias de ir ahí y no tener cuidado, ¡no hubiera pasado nada de esto! Y sé que en parte es mi culpa, no debí haberte dado ese mapa... –

–No, no tía, tu solo querías ayudarme y apoyarme, pero... ¡de esta manera no resolveremos nada! – mi tía abrió sus ojos sorprendida por mi grito repentino, comencé a caminar de un lado a otro mientras movía mis manos, estaba muy nerviosa y tenía tanto que decir, solté el libro y dejé que cayera en el suelo – tía... no vine aquí para que me den otro discurso, ya suficientemente mal estoy con todo lo que pasó, mi padre me ha encerrado en el castillo, y le ha dicho a cada uno de los guardias y sirvientes que ni se atrevan a pensar en dejarme salir, aunque sea a los jardines, ahora debo ir a todos lados acompañada, y no he podido ver a Elisa desde ¡hace dos semanas! – hablaba sin parar, todo salía de mi como si hubiera estado comprimiéndolo desde hace mucho, y en realidad es cierto.

Alma De Hielo Fuerza De Fuego [ Libro 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora