Inferno (Bella Poarch & Sub Urban) 🎶
Otra vez allí. Hogar dulce hogar.
Habían pasado tres días desde que se me ocurrió pedirle un descanso a Taek, mi jefe, y que éste me echase a la calle. Al día siguiente volví a trabajar y ni se dignó a dirigirme la palabra, pero todo regresó a la normalidad.
Esta noche la música era más lenta. Las luces habían cambiado a un rojo elegante, con intención de aportar romanticismo al podrido club. Yo estaba sentado en un sofá de terciopelo mirando con atención los cambios de luces, sin nada más que hacer. Los clientes ya estaban ocupados con otras trabajadoras.
–¿Qué haces, bro? –me saludó sonriente Sumin, una compañera.
Le sonreí de vuelta y ella se sentó a mi lado.
–Esperar –respondí, jugando con el látex del uniforme.
–Yo también. Quería hablar con Taek sobre la paga de este mes, pero está de un humor de perros. Lleva el día entero maldiciendo e insultando a la banda de Kim. Creo que han tenido problemas de nuevo.
Fruncí el ceño, confuso.
–¿La banda de Kim?
–Claro –dijo, mirándome con obviedad– ¿No le has oído hablar de ellos? Últimamente está todo el día molesto por su culpa, no sé qué habrá pasado.
–Pues lo de siempre. Deudas.
–¿Tú crees? Se ven muy jóvenes para andar endeudados.
–No tiene que ver, pero en serio, no había oído hablar antes de esa banda. ¿Quién es Kim?
–Kim... No se sabe mucho de él, pero he oído que es distinto a los demás líderes de otras pandillas. Dicen que es bajito y enclenque –rio Sumin.
Una imagen se me vino a la cabeza de repente. Una noche fría. Un tipo menudo dando órdenes y hablando con calma.
–No será... –dije en voz baja para mí mismo. Me dirigí hacia ella– ¿Cuántos son?
–Siete, creo. Por lo menos la otra vez vinieron siete.
Sin duda, los chicos de aquella noche en el callejón eran "la banda de Kim." No me imaginé que hubiera una razón por la que estuvieran ahí, afuera del club, pero parecía ser que algo los unía con mi jefe. Algo malo. Y yo, en toda mi ingenuidad, había amenazado a uno de ellos con una navaja. Si es que tenía una puntería...
–Creo que he tenido la desgracia de conocerlos –le dije– Cuando Taek me echó, el otro día.
–Estaban en el callejón, ¿verdad?
Asentí con rapidez.
–¿Cómo lo sabes?
–Yo no les he visto en mi vida, pero Yena me dijo que siempre que sale a fumar están ahí fuera. Que se quedan rondando por la zona, esperando a que Taek cierre el bar para venir.
–¿Y para qué?
–Yo qué sé, Woo. Cosas de pandilleros –suspiró– Tú y yo estamos condenados a vivir en su mundo, pero con el mismo espíritu que un muñeco hinchable. Ojos tapados y boca cerrada, siendo su objeto antiestrés.
–Me deprimes, mujer.
Sumin soltó una risita baja, carente de gracia. Yo recosté mi espalda y saqué un mechero del bolsillo, comenzando a encenderle y apagarle simultáneamente, enfrascado en su aparecer y desaparecer. Deseando ser yo esa lengua de fuego.
La puerta del club se abrió y, como si fuésemos perros entrenados, ambos llevamos la mirada inmediatamente hacia la entrada y nos incorporamos. Sumin se levantó antes, caminando hacia el nuevo cliente con poderío.
Sin embargo, sus movimientos fueron detenidos cuando nuestro jefe se dio la vuelta en su usual taburete y se quedó mirando al recién llegado. La tensión se pudo cortar en el aire cuando sus miradas se conectaron.
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IMPUROS - woosan
Fanfiction-¿Quién mierda eres? -Un chico cualquiera. ¿Y tú? -No te importa. -Mmm... -pensé, dando vueltas con la piruleta por mi lengua- No eres un tiburón, ni una serpiente, ni un felino, pero... si te busco, te escapas. Y si me encuentras, me atrapas. ¿Qué...