24

2.6K 294 91
                                    

Choi San

El club no era un lugar donde acostumbrase a merodear, y menos en solitario.

Fuera de la sala privada pude percibir la audible discusión agresiva que atormentaba a Wooyoung con más nitidez, y sin duda se trataba de Taek discutiendo con más hombres.

El pasillo al que la sala privada daba salida estaba bastante oscuro, como todo el club, exceptuando la pista que solía estar ambientada con luces de neón. No obstante, la iluminación artificial era todavía más tétrica en ese lugar cargado de oscuridad y miedo.
Desde fuera podía parecer un simple local, pero la verdad es que los pasillos que desembocaban en la pista eran largos y se entremezclaban, creando una sensación de laberinto plagado de puertas. Decidí comenzar a caminar hacia la derecha, alejándome del griterío procedente de la pista y acercándome cada vez más a un territorio completamente desconocido para mí.

Pasé por delante de puertas cerradas con cartelitos sobre ellas, "camerino", "WC"... todo reservado exclusivamente para personal autorizado. Traté de escuchar con atención a medida que avanzaba, aunque no se oía ni un solo murmullo por esa parte. Era entendible puesto que estaba bien insonorizado, pero el silencio procedente del resto del club no hacía más que alimentar el aura de misterio.
Los gritos de Taek y compañía fueron desapareciendo hasta ser inexistentes, y miré hacia atrás con confusión; no sabía si me había alejado demasiado o es que de verdad se habían callado de repente.

Proseguí, dando pasos cuidadosos con toda mi atención puesta en el entorno que me rodeaba, hasta que por el rabillo del ojo visualicé una puerta que no contaba con ningún cartelito. Mi intención en ese momento era esconderme en algún lugar y aguardar a que algo ocurriera para atacar por sorpresa; acercarme al núcleo del caos ahora mismo sería inservible, y Taek no podía saber que yo estaba ahí. Por eso mismo abrí aquella puerta y entré al interior, encontrándome una sala iluminada por una bombilla colgando del techo.

La pequeña estancia y su luz tenue me brindaron un momento para respirar en paz en medio de toda la tensión acumulada.
Cerré la puerta y observé la breve distribución. En todo el centro se hallaba una mesa con un montón de papeles desperdigados. No había nada más que eso.
Me acerqué lentamente y barrí la escena caótica con la vista, cogiendo un papel aleatorio.

–Yeon Dongyul... –leí en voz baja, viendo aquel nombre escrito en letras grandes en la parte superior.

Junto al nombre había una foto de un chico joven y más abajo constaba un escrito de información sobre aquella persona. Edad, características físicas demasiado explícitas, antecedentes, su pasado...
Pero la foto había sido tachada con fuerza, como si alguien lo hubiera hecho con rabia.
Tras mirar un poco más, me di cuenta de que todos esos papeles eran documentos sobre los trabajadores sexuales del club y, todos cuya foto estaba tachada, habían muerto. Allí tenían montado una especie de registro civil.
Por mis manos fueron pasando rostros ligeramente conocidos hasta llegar a uno en concreto que me hizo sujetar el papel muy cerca de mis ojos.
"Jung Wooyoung".

Jung Wooyoung con una expresión seria que pocas veces le había visto y un historial abajo del cual no me apetecía leer ni una palabra.
Pero lo que me hizo agrandar los ojos en demasía fue el hecho de que su foto estuviera tachada.
Apreté mi agarre hasta arrugar un poco el papel.

Fruncí el ceño, viendo su rostro por debajo de la cruz que alguien había dibujado encima de la foto, y miré hacia atrás involuntariamente, como si así lograse atravesar las paredes con la mirada y cerciorarme de que el chico seguía en la sala privada.
No entendí nada. Wooyoung estaba vivo, había pasado la noche con él y yo no era ningún jodido loco. Sabía lo que mis ojos habían visto y lo que mis manos habían tocado.

IMPUROS - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora