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Despicable (Grandson) 🎶

Jung Wooyoung

Con la mirada perdida en el juego de luces reflejado en el techo de la pista y los sentimientos a flor de piel, dejé que el tiempo pasara y me arrastrara con él, como llevaba haciendo todos aquellos días que llevaba sin ver al pandillero de Choi.

Pocas fueron las noticias que tuve suyas. Me enteré de que dos días después de su ultimátum se realizó la cuarta confrontación, y que se enfrentaron en ella Snake contra Blue. Éste último había venido al club para celebrar su victoria en la pelea expresamente conmigo, y me contó que Snake había ganado la carrera. Fingí interés, pero lo cierto es que no podía importarme menos si no se trataba de la banda de Kim. Sé que dije que podía llegar a olvidarle una vez nos besáramos, pero obviamente no había sido más que una excusa para resolver nuestra tensión. Él no me veía de esa manera, o al menos no de una forma tan intensa como yo lo hacía, pero yo conservaba la esperanza de que no le hubiese resultado tan fácil deshacerse de mí.

Hacía muchísimo calor en el club. La canción que sonaba se me clavaba como un puñal por su letra tan acertada a mi situación actual, y decidí levantarme del sofá de terciopelo para distraerme en la búsqueda de algún cliente.
Taek regresó y el club había reabierto con su vuelta. Todo volvió a la normalidad excepto mi compromiso en el trabajo, ya que ahora debía hacer un esfuerzo sobrehumano para acostarme con alguien, y lo peor es que me dejaba secuelas. Jamás me había costado tanto; aunque no me gustara, lo hacía y ya. No obstante, esa indiferencia no parecía seguir siendo posible.
No sabía por qué, pero pensaba en él y se me agarrotaban los músculos. Me cerraba en banda.

Separé la camiseta de mi torso, aireándome un poco con ella, y di una vuelta por la pista de baile. Jessica estaba haciendo una función espectacular que había atraído a un montón de clientes. Sonreí cuando pasé a su lado, viendo a la chica bajar de la barra de pole dance mientras me guiñaba un ojo.
Caminé un poco más por la pista, hasta que vi a un hombre que me llamó demasiado la atención. Quizá era por mis años de experiencia que diferenciaba bien cuando un cliente tenía intenciones raras o se comportaba fuera de lo común. Este sujeto se detenía a cada segundo para hablar con una prostituta diferente, y justo en este momento estaba hablando con la camarera, como si les estuviese haciendo una ronda de preguntas a cada una. Me extrañó, pero el tipo daba demasiado miedo como para inmiscuirme en el asunto. Era simplemente gigante; un tatuaje asomaba por su mano y llevaba la cabeza rapada, me sacaba unas tres cabezas y tenía una masa muscular admirable.
Justo cuando pensaba que no creía haber visto antes a un cliente tan atemorizante como aquel, la camarera le susurró algo en respuesta a sus palabras y alzó el brazo para señalarme directamente a mí. La cruda mirada del hombre viajó hasta posarse donde el dedo de la mujer señalaba, o sea, en mi persona, y me dio un escalofrío.

Entonces, el hombre comenzó a caminar en mi dirección. Supuse que había estado preguntando por mí a todas las chicas, aunque yo nunca le había visto por la zona. Le habrían hablado bien de mí, pero no me alegré de ello porque tenía toda la pinta de ser alguien que iba a hacerme daño.

–¿Puedo ayudarle en algo, señor? –le pregunté cuando le tuve frente a mí, olvidando mi temor y actuando de forma profesional.

Tuve que subir la cabeza para mirarle a los ojos, lo cual sólo le hizo más imponente. Portaba una mueca rara, de sabelotodo.

–Claro –sonrió con suficiencia, alargando una mano hacia mí– Deja que te invite a una copa.

Dejó una caricia en mi rostro que supo demasiado áspera para mi piel. Acto seguido, comenzó a andar hacia la barra de bar y yo seguí sus pasos. Aquel hombre tenía un acento muy raro.

IMPUROS - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora