Jung Wooyoung
¿Qué es esta sensación de no estar del todo inmerso en la vida?
Podría describirlo como una especie de puente suspendido en la nada por el que caminaba sin rumbo, pero en vez de caminar por ese puente y ver la vida pasar, la vida era la que caminaba sobre mí, pasándome por encima.
Los días se sucedían con rapidez y la calma regresaba a mi cuerpo cuando me daba cuenta de que nada ocurría. El mundo entero estaba en pause, y únicamente dejaba de estarlo cuando San pasaba por el callejón. Entonces le daba al play, y cuando le perdía de vista todo se pausaba de nuevo.Me convertí en la lente de una cámara que sólo enfocaba la imagen cuando se trataba de su silueta, pero la calma siempre precede a las tormentas y no tardé en ser devuelto a la vida real de la peor forma posible.
Esa tarde soplaba el viento con fuerza, pero yo sólo lo sabía por los leves vistazos que echaba a las ventanas, ya que llevaba mucho tiempo sin salir del club. De alguna manera había conseguido esconderme de mi jefe cada vez que se suponía que tenía que trabajar en la calle, pero fue demasiado pronto para considerarlo una suerte. Taek vivía de explotarnos, pero el peligro que se cernía sobre su negocio con la guerra de bandas era grande, y él siempre fue cobarde antes que magnate.Despreocupado y relajado debido a la ausencia de Taek, las chicas y yo nos preparábamos para abrir las puertas del club.
Últimamente nuestro jefe nos dejaba con Han, Kangseo o alguno de los suyos. Estos hombres nos trataban con frialdad e indiferencia, pero todos preferíamos ese trato al de nuestro jefe, que nos agredía con cada vez más frecuencia para desquitarse. Sin embargo, esta noche estaba siendo rara; faltaban diez minutos para abrir y no había llegado nadie para supervisarnos.–¿Qué hacemos? –preguntó Hana, apoyándose en el mango del cepillo tras terminar de barrer– No podemos abrir nosotros el club.
–¿No hay manera de contactar con ninguno de ellos? –cuestionó Sumin, cruzándose de brazos con su lujoso vestido, ya preparada– Necesitamos trabajar, yo no aguanto más esta deuda interminable.
–Chicos, yo... –intervino Jiyu con voz temblorosa, haciendo que todos la miráramos– Yo creo que... a lo mejor deberíamos aprovechar esta oportunidad y escapar. ¿No creéis? –preguntó con la ansia plasmada en la voz– Podemos ayudarnos entre todas. Yo necesito sacar a mi niña de aquí.
Jiyu era el nombre de la mujer traída por los hombres del norte. Llevaba lamentándose por las esquinas desde que la conocí, llorando en silencio por el destino de su hija, quien pasaba los días encerrada en el camerino o en las salas privadas que quedaban vacías. Hoy era el día en el que la mujer iba a estrenarse en el trabajo, y a pesar de las capas de maquillaje todavía se le marcaban las profundas ojeras. No pegaba ojo por las noches, como todos los primerizos. En cierto modo me recordó a mí, y suavicé la mirada al ver cómo le temblaban las extremidades. Jiyu de verdad tenía algún tipo de esperanza en burlar a la mafia.
Conecté miradas cómplices con Hana. Habíamos vivido esta situación demasiadas veces.–No se puede salir de aquí –sentenció Hana, mirándola con compasión– Puedes abrir la puerta y salir a la calle, pero ¿crees que dejarían el club abierto sin vigilancia si pudiéramos aprovecharnos de ello? –negó con la cabeza– Imposible.
–Aunque salgas y eches a correr, no hay sitio al que ir –añadí– Todos los que estamos aquí, nos encontramos en esta situación porque esto es lo mejor que tenemos. Y aunque queramos huir, porque a veces incluso morir es mejor, no hay manera de hacerlo.
–Pero yo... Yo... –intentó decir algo la mujer– Mi hija... ¿Y la policía?
–Los que rondan la zona son cómplices de esta gente. Y como te pillen llamando por teléfono, todos tus conocidos y tú estaréis muertos a la mañana siguiente. Tienen toda la información que quieren.
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IMPUROS - woosan
Fanfiction-¿Quién mierda eres? -Un chico cualquiera. ¿Y tú? -No te importa. -Mmm... -pensé, dando vueltas con la piruleta por mi lengua- No eres un tiburón, ni una serpiente, ni un felino, pero... si te busco, te escapas. Y si me encuentras, me atrapas. ¿Qué...