Wei Wuxian vuelve a la vida después de dieciséis años. Su aspecto físico sigue siendo el mismo que tenía antes de caer al abismo en la batalla de Ciudad sin Noche.
Se encuentra en un lugar frío en los Recesos de las Nubes. Confundido y desorientado...
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Lan Zhan, mírame.
Lan Wangji dejó que el recuerdo de su voz eclipsara el impacto del primer azote en su espalda. Sus manos se apretaron en un puño en su regazo mientras el segundo seguía su curso como las manecillas de un reloj. Golpe tras golpe trató de mantener su postura recta. Wei Wuxian lo merecía, merecía que Lan Wangji recibiera con orgullo su castigo. Uno que tomó sin ninguna objeción, ya que no había arrepentido por sus actos. Solo existía amor. Uno perdido.
Al frente suyo se encontraba su hermano y su tío. La expresión del primero reflejaba el pánico, el dolor y la súplica de un perdón. El del segundo fue difícil de leer, tal vez era el mismo espejo de Lan Xichen. No pudo descifrarlo, dejó de pensar en ello cuándo el conteo llegó al décimo latigazo.
Su mente se llenó de Wei Ying. En que tal vez la mejor idea era llegar a los treinta y tres latigazos y entregarse a los brazos de la muerte. De la misma forma en que lo hizo el hombre de su vida. Lloró por él otra vez, ¿que caso tenía seguir un camino en el que ya no estaba su Wei Ying? Se preguntó si su alma encontró descanso en su final, recordó su expresión al caer al abismo, recordó como su cinta cayó junto a él y se perdió de vista junto a la muerte.
Se lamentó aún más al pensar en que si sobrevivía a esto no podría usar Inquiry gracias al estado en que quedaría su cuerpo marcado y azotado. Lloró sin bajar la mirada, pero al seguir el curso del castigo su cuerpo comenzó a caer poco a poco. Sus manos tocaron el piso manchado por la sangre que escurría tanto de su boca como de su espalda.
En una súplica silenciosa y en algo imposible conjuró las notas de Inquiry en su corazón, sin instrumento, sin su herramienta espiritual intentó ubicar a su Wei Ying.
Sus lágrimas bloquearon la visión de sus manos apoyadas en el piso y no pudo distinguir el viaje de un agarre suave y casi plausible de alguien más en sus palmas. Otro azote llegó a su espalda y sintió que manos cálidas se apoyaban en las suyas al mismo tiempo que una voz se dirigía hacia a él en el susurro de un tierno viento.
"Lan Zhan, mírame."
Lo hizo. Lentamente levantó su rostro para encontrarse con los de Wei Wuxian, el cuál estaba sentado frente a él mientras anclaba sus manos junto a las suyas en el frió invierno.
"¿Wei Ying?".
Su voz quebrada traicionó su alma y se balanceo hacia el frente ante un golpe más en su espalda, pero sus ojos no se apartaron de su Wei Ying.
