Wei Wuxian vuelve a la vida después de dieciséis años. Su aspecto físico sigue siendo el mismo que tenía antes de caer al abismo en la batalla de Ciudad sin Noche.
Se encuentra en un lugar frío en los Recesos de las Nubes. Confundido y desorientado...
Este era el esposo de Wangji. Y había tanta culpa al darse cuenta del sentimiento que le exprimía la sangre en todos los sentidos posibles de la palabra amor.
Lan Lian amaría la forma en la que aquel pecado en algún momento adoraria su boca con un primer beso.
—¿Cual es tu nombre?
Como siempre había una negativa y en especial ahora que Bichen estaba dejando marcas en su cuello. La hoja estaba impregnada aún con un poder que conoció desde que era tan solo un niño. Algo que le costaba creer, en especial cuando el dueño en cuestión supuestamente estaba muerto.
—No te llevarás a A-Yuan contigo.
Lan Lian en unos años más tomaría las manos que en estos momentos estaban a punto de mandarlo a pasos del otro mundo. Le reclamaría el mundo al hombre que le estaba quitando el aliento. Tomaría sus respiros con su propia boca y se prometería catalogar cada sesión en un libro maldito.
El libro de la Familia Lan.
Uno que sería escrito por su futuro esposo y maldito sin querer.
—Solo dímelo.
Malditos en las reencarnaciones beligerantes en la hostilidad una página marcada por números del calendario.
Aquel le miró como si pudiera leerle. Como si supiera como terminarían. Lan Lian no sabía en esos momentos que habrían noches en las que su identidad saldría en súplicas de sus labios. Que el placer nunca sería suficiente, que siempre sería algo nuevo por descubrir.
Bichen estaba perdiendo la fuerza de su propósito, en especial cuando Lan Lian usa uno de sus dedos para acariciar la piel de su propia maldición, prometiendole al mismo tiempo que nunca dañaría a Lan Yuan.
El hombre soltó su espada y rodó a su costado. El techo de madera no se apreciaba lo suficiente en la oscuridad que no sabía a ciencia cierta si se debía al concepto de una noche o al opresor sentimiento de luto en la regla de las horas por pasar.
El hombre buscó su rostro y susurró un nombre que no era el suyo. Luego de una confesión que ya sabía en las lágrimas no derramadas de alguien que estaba optando por confundir al compañero que ya se fue.
Lan Lian cerró sus ojos y dejó que aquel extraño acariciara su piel.
Un susurro fue su presentación. Lo más hermoso que había escuchado en el invierno.
Wei Wuxian.
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...
Me sigues hasta ahora en la historia? Para ser más precisa; a esta parte.