Wei Wuxian vuelve a la vida después de dieciséis años. Su aspecto físico sigue siendo el mismo que tenía antes de caer al abismo en la batalla de Ciudad sin Noche.
Se encuentra en un lugar frío en los Recesos de las Nubes. Confundido y desorientado...
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Salir de esa parte de la biblioteca nunca le hacía bien. Lan Xichen evitaba sus recuerdos y también el de los antiguos líderes de su clan. Aquellos pensamientos solo podían ser vistos por su misma línea, ningún otro miembro podía tener la bendición o maldición de presenciar aquello; dependiendo de como alguien lo vea, pero para Lan Xichen siempre fue un problema. Le dolía el corazón.
Ver a su hermano, su mejor amigo muerto y también a Wei Wuxian. Realmente no entiende que pasa con él, por años enterró ese sentimiento hasta que fue sencillo no recordar, no mirarlo como un tesoro que no podía ni debía tomar.
Se obligó a encerrar cada parte de sus deseos hasta que fueron vistos como algo que nunca pasó. Que ingenuo al pensar que algo así duraría, lo seguía queriendo y eso lo hacía sentir culpable la mayoría del tiempo. Más aún ahora en estos meses después de esos dieciséis años en los mantos de la muerte.
Cuándo volvió se obligó a sí mismo a ver las cosas de otro punto de vista. Su corazón bloqueo el sentimiento y lo trató como el hombre que su hermano amó. Se obligó hasta que él mismo lo creyó. Pero ahora, después de ver todo a través de pensadero le hizo darse cuenta de que la solución a todo esto podría ser solo una sola.
Existía solo un recuerdo del ex líder caído en desgracia; Lan Lian. Se extrañó de verlo ahí, porque su padre le había enseñado que no existían más registros de él además de la página que debía custodiar. Estaba seguro de que en todos los años que había visitado el pensadero nunca vio aquel recuerdo ahí.
Por eso ese motivo no quiso verlo y entendía bien el por qué.
Caminó de vuelta al Hanshi, la cena pronto se serviría pero no tenía hambre. Necesitaba poner en orden tantas cosas y no solo las de su corazón, si no también todo lo que conllevaba ser un líder.
Extrañaba a Mingjue, él siempre lo escuchó y aconsejó. Siempre vio a través de él, siempre vio sus sentimientos por el discípulo de Yunmeng Jiang. Fue el único con el que pudo llorar su muerte, incluso cuándo su amigo también había formado parte del asedio a los Túmulos funerarios. Era consciente que como líder tenía un deber y nunca quiso juzgar las decisiones de su hermano jurado, porque él mismo también tomó un lado que iba en contra de la persona que escondía querer.
A diferencia de su hermano, que siempre amó al hombre que ahora miraba mientras abría la puerta de su hogar. Lan Xichen fue alguien que lo condenó, incluso cuándo intentó pelear a su favor.
La cena estaba servida y como siempre Wei Wuxian no dejaba de hablar, rompiendo la regla del silencio. A Lan Xichen no le molestaba, era mejor escucharlo que estar rodeado de recuerdos.
-¿Encontraste algo en la biblioteca?- Wei Wuxian le preguntó y se sintió débil. Una parte de él solo quería poder explicar como fue que aquello eliminó parte de esas ataduras que por tantos años bloqueó.