Wei Wuxian vuelve a la vida después de dieciséis años. Su aspecto físico sigue siendo el mismo que tenía antes de caer al abismo en la batalla de Ciudad sin Noche.
Se encuentra en un lugar frío en los Recesos de las Nubes. Confundido y desorientado...
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El viento de la montaña mueve sus cabellos sueltos, sus pies descalzos lo llevaron hasta los prados de los Recesos de las Nubes. Aún no entendía que hacía ahí, era todo muy confuso para él y al pasar los minutos su ansiedad se hacía cada vez peor. Como un instinto de supervivencia se afianzó aún más a aquel libro, aunque el título decía que era de la familia Lan sabía perfectamente que le pertenecía, fue escrito para él. Para Wei Wuxian.
La luna llena lo saludaba y le traía recuerdos de su primer encuentro con Lan Wangji, de algún modo se sentía como si hubiera pasado una eternidad. La sensación hizo que su núcleo lo abrazara con energía espiritual. Una que no era de él.
Si su suposición era cierta, portaba dentro suyo el núcleo dorado del segundo Jade, su Zhiji. Lan Wangji.
Conocía la escencia de su energía, era su identidad y estaba tan asustado por eso.
Sabía lo que eso significaba, desprenderse de algo tan importante como una vida en la que has crecido como un cultivador. Había vivido la extracción de este cuándo se lo entregó a la persona que amaba como un hermano. Nunca lo dudó, fue su muestra de amor hacía Jiang Cheng y no se arrepentía de ello.
Pero, ¿Por qué Lan Zhan haría algo así por él?
Pensó. Temía y al mismo tiempo anhelaba obtener una respuesta. Pero nada tenía sentido, estaba muerto y volvió. ¿Por qué? Seguía cuestionándose, no tenía intensiones de hacerlo. Cuándo se fue no tenía el propósito de volver, todo perdió motivos para seguir cuándo vio morir a su hermana. Por eso perdió el control, el querer acabar consigo mismo no era nada por eso quiso hacerlo. Pero al final, solo al final tuvo un pequeño ápice de esperanza al ver a Lan Wangji sosteniendo el hilo de su existencia.
Por eso quería buscarlo, ir hasta su puerta y enfrentarle. Gritarle, reprocharle, decirle que era un estúpido y que por sobre todas las cosas estaba tan enamorado de él.
Pero sabía que ahora no era posible. Y se quebró. Lloró por él, por saber que probablemente no le encontraría. La segunda página de aquel libro se lo dijo.
"Las palabras que no pude decirte me hicieron sufrir y se fueron conmigo".
Estuvo a punto de confesar sus sentimientos en ese momento, ambos. Justo antes de morir mientras Lan Wangji se afirmaba a su mano al tratar de sostener el destello de su vida, lo iba a hacer, lo diría. Ya que tal vez esa era la única luz que quedaba después de tantas perdidas y dolor.
El recuerdo era reciente, tan fresco para él en su memoria. Se detuvo y contempló la cinta de regulación Lan en su muñeca. El desconsuelo en su corazón lo estaba quemando por dentro.
"¡Wey Ying!"
Pudo sentir la mano de Lan Wangji en la suya, afirmando con fuerza su último vestigio de vida al intentar detener a la muerte que le arrastraba al abismo.