04 - Barba azul

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Historia y personajes: Garrick16
Escrito por: Raziel Cosme


Los pasos rápidos de Feroz, avanzaban en medio del temporal de la noche. Corría con desesperación, protegido a penas por un trozo de plástico negro roto sobre sus hombros. Nervioso miró al rededor en busca de alguna patrulla, también olfateó y aguzó el oído para identificar alguna amenaza, por fortuna no detectó nada.

Llegó a la esquina y dio vuelta, de inmediato se escondió en unos arbustos del camellón. Un convoy circulaba con lentitud por las calles. Las luces azul y rojo de las sirenas, rompían el ritmo monótono de la intensa lluvia que caía en la noche. Los militares vigilaban desde lo alto de cada patrulla, con arma en mano e impermeable para protegerse de la lluvia. Feroz, desde su escondite, no dejaba de mirarlos nervioso.

— ¡Atención! ¡Atención! — el radio de cada patrulla comenzó a emitir—. Necesitamos refuerzos, hemos encontrado una manada agreste. Repito, hemos encontrado una manada agreste, necesitamos refuerzos.

El convoy aceleró de inmediato dejando a su paso olor a combustible quemado que se disipó junto a las luces de la sirena en la calle. Feroz salió de su escondite y corrió hasta llegar a un puente. Subió con agilidad por las vigas y entró en un resquicio existente entre la loza y el estribo. El muchacho entró en un cuarto grande, su hogar, que le permitía sentirse seguro. El lugar estaba sucio, impregnado de hollín del smog, e iluminado por la única lámpara que servía en el puente, el resto del cuarto permanecía oscuro.

Una vez más tranquilo, sacó una bolsa de plástico arrugada de entre sus ropas y de ella, sacó dos ratas muertas. El olor le golpeó la nariz, pero el hambre le dio la valentía que le faltaba, así, de un mordisco les arrancó la cabeza. Dentro de su boca crujían los cráneos. La sangre le escurrió por las manos y por la boca. Las devoró con urgencia hasta terminarlas. Con el hambre acallada, se miró las manos. Nunca había tenido alimento seguro en la vida, antes sólo bastaba con robar alguna fritura de una tienda o fruta de un mercado. Pero ahora, tenía que buscar ratoneras en las alcantarillas y lo peor, es que no podía saciar el hambre. De pronto, sintió vergüenza de comer así, por tener las manos ensangrentadas.

—¿Qué me está pasando? — pensó con miedo.

Agobiado, se dejó caer al suelo, recargando su espalda contra la pared húmeda y cruzando sus brazos frente a sus rodillas. Al agachar la cabeza, escuchó un sonido metálico acomodarse en su pantalón. De su bolsa, sacó una moneda vieja con letras raras.

— ¿Dónde estás, Key?

Extrañaba a Key, su único y verdadero amigo, la única persona con la que había logrado crear una amistad inocente y forjada en las necesidades de la calle.

Feroz suspiró, cerró los ojos y recordó.

—No seas tonto, es una moneda china— le explicó Key cuando le mostró la moneda.

—Y eso cómo lo sabes— le preguntó Feroz viendo las extrañas letras grabadas en la moneda.

—Porque se la robé a un turista chino— le aseguró Key—. Te la regalo, yo tengo otra igual.

Su amigo era inteligente para tramar toda clase de embustes, pero bondadoso para compartir las ganancias.

—¿Dónde estará? La última vez que lo vi, fue cuando los militares nos llevaron hacer las pruebas de sangre, ¿Estará bien? —. pensó Feroz mientras comenzaba a dormirse.

—Eres Feroz, ¿verdad?

La voz tomó por sorpresa a Feroz, quien de inmediato, se levantó de un brinco y tomó un tubo a su lado para defenderse. Frente a él, un hombre luchaba por conservar el equilibrio para no caer de las vigas del puente, usaba lentes de panta negra, un traje negro con camisa azul y llevaba una bolsa blanca de plástico en su mano derecha.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora