06 - San Jorge y el dragón

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Historia y personajes por: Garrick16
Escrito por: PEorl1


Si uno va al poblado de Capadocia encontrará un pueblo que no ha avanzado mucho, no por estar aislado, ni por sufrir por una falta de recursos importante, sino por miedo a el que los gobierna.

Los pobladores tienen una vida como la de cualquier otro pueblo: los hombres van a trabajar, ya sea a la ciudad, a los campos o a las minas, las mujeres en casa y las enfermerías, y los niños estudian poco y juegan mucho. Todos tienen alimentos, incluso de sobra, y a pesar de que no son autosustentables, todos viven la mayor parte del tiempo felices; pero ésta no es una felicidad gratuita, sino bestial; viene de la ignorancia y la inconsciencia.

Los capadocios despiertan a las cuatro de la madrugada a prepararse para trabajar. Es su costumbre que en las mañanas todos, a excepción de los niños, que aún no son conscientes, se beban un carajillo, tal vez dos, sin alimentos. Esto es porque necesitan el café para mantenerse despiertos, y el alcohol para aguantar las pesadeces de sus vidas. Si acompañaran el coctel matutino con alimentos, el alcohol no haría su efecto, y es por eso que se esperan hasta el mediodía para tener el primer bocado sólido del día, claro, acompañándolo de alguna cerveza o algún aguardiente. 

Por las tardes, cuando toman un descanso de su trabajo, beben más alcohol. Si sobró aguardiente, beben aguardiente, y si no hay ni cerveza, mandan al más joven a comprar cualquier otra bebida estupefaciente. El punto es tomar lo suficiente para olvidar, o por lo menos para que la memoria y el recuerdo no los molesten tano; a pesar de todo, deben trabajar y mantenerse.

Por las noches nada cambia, todos beben y beben e intercambian afectos con sus familiares y amigos, beben un poco más, y caen dormidos; todo para repetir la misma rutina diario. 

Es una vez al mes, tal vez dos, cuando el motivo de su miedo se manifiesta ante la población completa. El gobernante demandaba que a su iglesia manden a un varón joven y saludable, y una mujer de igual condición, a los cuales nunca se les volverá a ver.

Hace varios años Capadocia había tenido un problema similar, aunque peor que el actual. La historia de esos años, tomándome algunas libertades, dice así:

Un reptil aterrorizaba al pueblo. Entraba por las noches a la casa que se le antojase, devoraba a cualquiera que se le interpusiera, y si alguien trataba de escapar del pueblo, esta serpiente los paralizaba con la mirada para después comerlos como botana; les comía las piernas primero, y después los guardaba en un agujero hondo y frío para comer de su carne poco a poco.

No fue hasta que un día un joven bien parecido, educado, y religioso entró al pueblo de Capodicia y enfrente de todos sus habitantes se ofreció como sacrificio a la gran serpiente. 

—¡Oh, gran reptil que te deleitas con la carne y la sangre del hombre! —dijo el joven al encontrarse por primera vez a la serpiente— Jorge Francisco me llamo, y he venido a Capodicia a buscarte. ¡Dime tu nombre, o gran serpiente, y yo te diré mis intenciones!

—Draque me llamo, y tus intenciones no importan. ¡No eres de Capodicia, y de aquí no te irás! — respondió la serpiente, quien al terminar de hablar le lanzó un mordisco al joven Jorge, pero éste la esquivó sin gran dificultad.

—¡No vengo a enfrentarte, oh Draque!, sino a que me engullas, pero antes de hacerlo quisiera que escuches lo que decir tengo.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora