36 - El león que iba a la guerra

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Historia y personajes: Garrick16

Escrito por: Raziel Cosme



—Espera, ¿yo qué debo decir? — preguntó Gante.
—Déjame hablar a mí — advirtió Flavio antes de llegar a la puerta —. Hay que sondear a los soldados.

Flavio y Gante entraron a bordo del clon de la patrulla de ColorCo por la puerta sur. Un par de soldados vigilaban el acceso, aburridos por la falta de actividad en su puesto de trabajo. Al ver el auto, los soldados le marcaron el alto.

—Doctor Flavio, su credencial de acceso por favor y la de su acompañante— pidió el soldado a través de la ventanilla de la patrulla mientras acercaba el escáner.
—¿En verdad tenemos que hacer esto todos los días? — contestó el agente.
—Son reglas de seguridad que debemos seguir — acotó el soldado.
Flavio y Gante mostraron sus identificaciones que fueron leídas por el escáner.
 — Agente Gante ¿Cuál es el motivo de su visita? — preguntó el vigilante.
—    Reunión urgente con el general mayor Cobalto — contestó Gante.

El soldado al escuchar el nombre del general intuyó que la visita era por un tema importante y, sin más preguntas, les permitió la entrada. Avanzaron hasta aparcar en el estacionamiento inmediato, un lugar solitario que era usado por los camiones de entrega de suministros. Bajaron del auto y caminaron por los pasillos con tranquilidad, ese día era la zona menos vigilada por la intervención de Candor, que había quitado varios soldados de los retenes para mandarlos a operaciones especiales.



En cambio, Milo y Garrido entraron por el oeste, donde se ubicaba el acceso principal. En el corporativo aún recordaban los ataques del grupo de Siberio que habían dejado graves daños y deseaban que no volvieran a repetirse, por ese motivo había un cerco de vigilancia inalterable, con varios filtros para examinar a todos los autos que entraban al edificio. Milo detuvo el auto en el primer punto de vigilancia.

— Comandante Emilio, identifíquese junto con su acompañante y abra la cajuela — pidió un soldado.

Milo y Garrido mostraron sus credenciales, el soldado pasó el escáner para leer el chip de la identificación, mientras otros soldados ponían perros cerca de la cajuela y puertas para detectar elementos peligrosos. El soldado del escáner, leyó en su tableta la identificación de Garrido y supo que era un visitante procedente de las oficinas centrales de ColorCo.

—Comandante Garrido, ¿Cuál es el motivo de su visita? — preguntó el soldado consternado —. En la base de datos no tengo ningún informe de su llegada.
—Soldado, muestre más respeto al comandante Garrido que viene a entregar un reporte oficial — advirtió Milo.
—Disculpe, sólo sigo los protocolos de seguridad de la compañía, debo registrar toda la información de quién entra y sale — se disculpó el vigilante — Por eso debo registrar el motivo de su visita — el soldado esperaba con tableta en mano la respuesta.
—¿No escuchó, soldado? Le está faltando el respeto a nuestra visita. Le ordeno que nos deje pasar porque vamos tarde a la presentación del informe — ordenó Milo —. ¿Usted quiere ser el responsable del retraso del comandante a la junta general?

El soldado dudó ante lo que debía hacer, entre seguir el protocolo de seguridad de la compañía o hacer una excepción a Milo. Por la expresión de enfado que mantuvo el comandante, el soldado ordenó a sus compañeros que levantaran la valla y le permitieran el acceso a la patrulla. Superado el primer obstáculo, entraron a las instalaciones de ColorCo, donde varios grupos de militares vigilaron su trayecto.

—Señor comandante, no le conocía esa voz de mando — murmuró Garrido, jocoso —. Hasta se me enchinó la piel, deberías hablarme así de vez en cuando — el luchador hizo una acaricia leve y rápida sobre el brazo musculoso de Milo. Ambos rieron con picardía.
—Garrido, compórtate como un comandante serio — pidió Milo fingiendo seriedad —. Aún estamos en la mira de los guardias.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora