19 - El zorro y el sabueso

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Historia, personajes y redacción por Garrick16



Aurelio y Feroz guardaban silencio, el par se había alejado todo lo posible de la última zona, encontrando refugio en una casa a medio terminar, apenas con un par de paredes y un suelo firme, sin techo, pero con el cobijo suficiente para preservar el fuego. La zona había sido en su pasado una propuesta urbana que nunca se concreto y ahora, los pies de casa se caían a pedazos. 

En la fogata un par de pescados se asaban, cubriendo con su aroma las dudas de los jóvenes. 

— Debí ir con Siberio — habló Aurelio mirando al fuego.

— Ese agreste — Feroz movió el pescado para que se cocinara mejor —, daba miedo — reconoció.

— Quizá, pero cientos lo acompañaban. Es posible que él pueda hacer la diferencia, acabar con ColorCo y conquistar este mundo para nosotros.

— ¿Para nosotros o solo para él? — Feroz hablaba con el ceño fruncido. 

Aurelio miró a su compañero, Feroz había actuado raro desde que se toparon con el tigre. El oso suspiró y levantó la cara, mirando las estrellas, era una escena relajante. Cerró los ojos y aspiró cuando detectó un aroma diferente. Abrió los ojos y al ver a Feroz, éste estaba de pie y movía las orejas intentando encontrar algo o a alguien. 

— ¿Será posible? — musitó Feroz y para sorpresa de Aurelio, este empezó a mover la cola, sin evitarlo, Feroz encontró el origen y corrió hacia él con alegría.

Aurelio estaba desconcertado, se levantó de inmediato y corrió tras Feroz. 

— ¡Muchacho, cuanto tiempo! 

Tras derribarlo, lamiéndole la cara, Feroz saludaba con efusividad a Garrido, quien luchaba por quitárselo de encima. El luchador, con su máscara puesta, no podía sino reír debido al encuentro. 

— ¡Mira cómo has crecido! — dijo mientras le tomaba del cuello y le despeinaba con fuerza — te veo cansado, incluso lastimado, ¿qué te ha ocurrido? — preguntó preocupado.

El oso llegó y aunque notó alegría en su amigo, guardó distancia. 

— ¿Es un conocido tuyo? — preguntó el luchador poniéndose de pie. 

— Sí — Feroz recobró la compostura —, se llama Aurelio, me ha estado acompañando. Es un buen amigo.  

— Un amigo muy desconfiado — señaló Garrido viendo la incomodidad del oso, después se quitó el polvo de encima y se dirigió al lobo —. Me alegra verte, Feroz. Por desgracia, estoy en una misión. Dime, ¿tú o tu amigo no han visto pasar a una gran cantidad de agrestes?

— ¿Pasa algo con ellos? — inquirió el oso cruzando los brazos.

— Tengo entendido que siguen algo o a alguien — explicó Garrido — no estoy del todo seguro, esperaba encontrarme con alguien o con alguna pista. ¿Sabrás algo tú, Feroz?

El lobo y el oso intercambiaron miradas.

— Hace unos días, nos topamos con un tigre — explicó Feroz.

— Era muy fuerte — añadió Aurelio con sobriedad — más que cualquier humano.

— Y violento — reconoció Feroz mientras Garrido le escuchaba con atención —, le seguían un gran grupo de agrestes. No planean nada bueno. 

— ¿Dijeron algo? — preguntó Garrido. 

A punto de hablar, Feroz guardó silencio, movió la nariz, las orejas y su pelaje comenzó a erizarse. Garrido miró más allá de Feroz y notó que Aurelio comenzaba a hacer lo mismo. De entre los arbustos un enorme e imponente soldado apareció, portaba una capa camuflada, uniforme táctico y un casco que cubría toda su cara, tras de él, una enorme bazuca descansaba en su espalda. 

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora