41 - Epílogo

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Historia, personajes y redacción por Garrick16


— Señores, terminemos esto rápido. Con la muerte de Butoli, la desaparición de la gema del metal y una pandemia, el mercado agreste entrará en colapso, por lo que debemos enfocarnos en nuevas áreas — explicó uno del alto mando.

— Podemos lucrar con el calentamiento global, pronto muchas ciudades estarán bajo el agua — propuso Noroeste dando una bocanada a su puro.

— ¿Qué les parece una guerra? Hace tiempo que no tenemos una a gran escala — planteó Fiódor al grupo — eso ayuda mucho a la economía y reduce un poco la sobrepoblación.

— Yo me apunto — rió Noroeste.

— Podemos aumentar el uso de recursos energéticos, poco a poco el petróleo se termina y una gota valdrá millones — consideró el viejo Edison.

— Señores, se complican demasiado — habló la bella Mersenne —. Tenemos una mina de oro con el caos social humano-agreste, el sector religioso tendrá que sacarse doctrinas de la manga para justificar la existencia divina de los agrestes, además, la sociedad no tardará en colapsar debido a la existencia de dos razas — detallaba—. Podemos crear empresas enfocadas en la conversión de agrestes a su forma humana mediante terapias mientras otras luchan por su aceptación social.

— Eso los mantendrá distraídos — alardeó Noroeste.

— Después instaremos campañas de odio y respaldo, pondremos a un político agreste al poder, liderando una zona con suficiente relevancia social.

— Y matarlo, creando un conflicto racial. Tendremos material de sobra — rió Fiódor —, necesito llamar a mi proveedor de armas, será un gran negocio adaptar las armas a la anatomía de los agrestes.

— No nos confiemos, señores — al fin, la callada Evangeline tomó la palabra —. La historia tiende a repetirse y esto no es sino otra iteración dentro de nuestra burbuja. ¿No deberíamos considerar el impacto real de tener dos razas coexistiendo? Seres con capacidades únicas, podríamos redefinir nuestro alcance con tales talentos.

— Podrían servir como armas de guerra — consideró Fiódor. 

— No solo eso, señores. Aún tenemos la investigación de Butoli y las esquirlas.

— Nunca fue redituable — refutó Edison —. Muchos muertos y pocos resultados.

— Pero no lo hemos intentado con agrestes — señaló Evangeline silenciando al grupo —. Además, las investigaciones de Butoli respecto a la alteración genética de los agrestes dieron resultados exitosos, tenemos toda un área de oportunidad ahí.

— ¿Qué pasó con el último experimento de Butoli? — cuestionó Noroeste.

— Se perdió con el virus — explicó Mersenne —. Un equipo de limpieza revisó el lugar, pero solo encontró decenas de cadáveres, los experimentos anteriores muertos y restos de un cuerpo, al parecer de Cobalto — la mujer se encogió de hombros, indiferente—. Lo último que supe es que una empresa local compró las instalaciones, una farmacéutica.

— Una lástima, ese experimento era prometedor — se sinceró Fiódor.

— Caótico es la palabra.

El alto mando se turbó al escuchar la intromisión dentro de su conferencia virtual y uniéndose a la sala, una figura desconocida y aterradora les sorprendió.

— Saludos, gente — habló la criatura con voz grave mientras parecía masticar algo.

— ¿Pero qué diablos? — exclamó Noroeste. 

— ¡Fiódor! — alertó Mersenne. 

— No puedo sacarlo, de alguna forma entró a nuestra conexión cifrada, un virus.

— Desconéctense.

— ¿Se van tan pronto? Eso es poco educado y aún más considerando que tienen algo que me pertenece — de repente, de las ropas de los integrantes, comenzaron a resonar sus gemas, brillando con intensidad, aterrándolos.

Uno a uno, los del consejo del alto mando se desconectaron, dejando sus pantallas en negro, todos menos una. 

— ¿No me tiene miedo, Evangeline?

— ¿Qué o quién eres tú?

La cámara de la criatura se enfocó y mostró a un ser escamado, masticando un trozo de lo que parecía ser un brazo, rompiéndolo con facilidad con sus dientes serrados, un hocico prominente, un par de cuernos y garras potentes. Pero lo que más destacaba, eran sus brillantes ojos negros. 

— Yo podría hacerte la misma pregunta — se burló la criatura —. ¿Es usted una simple mujer, o acaso la gema que tiene con usted la ha cambiado de algún modo? 

— Soy Evangeline, doctora en física y astronomía.

— Bella y arrogante — señaló provocativa la criatura cuando notó que la mujer cerró los ojos.

La criatura sintió una presencia tras él y aunque no vió nada a simple vista, aguzó los ojos dilatando sus pupilas hasta notar una proyección incorpórea de la mujer, quien se aterró al verse rodeada de cuerpos carcomidos, con torsos abiertos y las costillas expuestas, algunos sin cabeza o extremidades, el lugar apenas tenía iluminación y una gruesa capa sangre seca cubría por completo las paredes de aquel macabro lugar. Delante de ella, un hombre desnudo con una pierna masticada y cara deformada en dolor, intentaba arrastrarse en vano, tenía el vientre inflamado y parecía que le explotaría de un momento a otro. Pese a todo, palideció y trastabilló al ver que la criatura lograba verla y la miraba directo a los ojos. 

— No conocía ese truco — sonrió el ser caminando hacia la mujer, moviendo la cola con suavidad y sacándole al menos medio cuerpo de altura.

— ¿Qué demonios eres?

— ¿Un demonio? — se llevo la mano al mentón — En absoluto, pero algo hay de ello — se burló. 

Sintiendo el peligro, la mujer intentó escapar cuando la criatura la atacó con sus garras. Al regresar a su cuerpo, la mujer sintió un dolor agudo en su pecho, retorciéndose de dolor. 

— Tengo muchos nombres — escuchó a través de la pantalla —. Butoli me llamaba 1-6, pero tú puedes llamarme Rakonto. 

Sobreponiéndose al dolor, la mujer levantó una mano y haciendo destellar su gema, lanzó un golpe de energía que destruyó la computadora. Terminando la llamada. 

— ¡Quiero toda la información del último experimento de Butoli! — ordenó la mujer gritando entre su dolor.

— Creo que es algo tímida — sonrió el ser cuando escuchó un alarido de dolor, las entrañas del hombre explotar y un llanto diminuto. 

La criatura caminó al hombre y al comprobar su cuerpo destrozado, se arrodilló junto a él para recoger a aquel recién nacido, una versión diminuta exacta a él.

— Hola, pequeño — el ser lo levantó con delicadeza y le lamió la cara para quitarle la sangre de encima —. Soy tu padre — declaró lleno de orgullo — y tú serás el primero de muchos — aseguró colocándolo en su pecho para que durmiera — Nos espera un gran futuro. Te lo prometo.  



Fin.


21/05/2022



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Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora