03 - El león y el ratón

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Historia, personajes y redacción por Garrick16


Durante la noche joven, Feroz deambulaba agotado por las calles, arrastraba los con desgano pies y su estomago gruñía con fuerza.

A sus lados, sus oídos eran taladrados por sonidos pesados del tráfico, de las conversaciones; su nariz era golpeada por una gran cantidad de olores de la calle, de los puestos de comida, de la gente; y un sin número de sensaciones sobrecargaban su mente, lo captaba todo, lo veía todo, lo sentía todo y eso lo abrumaba.

De repente, detectó una fragancia, un aroma particular. Con una mano en su estómago, se dejó guiar, por el rastro. Paso las calles y se adentró a un terreno baldío, obscuro para cualquiera, pero no para él.

Los sonidos menguaron y pudo guiarse con más facilidad a una minúscula construcción de madera, tela y cartón. Siguiendo sus instintos, apartó la construcción con fuerza y temblando, encontró a un niño, agazapado.

— ¡No me lastimes! — suplicó con la cara escondida entre sus brazos.

Feroz lo miró atento, era como él, de la calle, sucio, con ropas más grandes que su diminuto cuerpo, asustado y temeroso.

— No... no te haré daño — dijo más para él que para el niño — lamento haberte asustado. No sé qué ocurrió — intentó razonar — ¿estás bien?

El niño abrió un ojo y después otro, al no sentirse tan amenazado, comenzó a incorporarse.

— Tú... ¿tú eres como yo? — razonó el niño mirándolo con curiosidad — hueles distinto.

Feroz tomó el borde de su camiseta, no detectaba ningún olor inusual o del todo desagradable.

— Sí — el niño le rodeo y olfateo — eres como yo — se tranquilizó dejando a un lobo más que confuso.

Tras levantar de nuevo la casa que Feroz destruyó, ambos muchachos se resguardaron del frio dentro de ella.

— Soy Fievel.

— Feroz.

— ¿Por qué está solo? ¿No deberías estar con los tuyos?

— Podría preguntarte lo mismo — el estómago de lobo rugió, haciéndolo encorvarse.

— Tienes hambre — el niño sacó de una bolsita de plástico un pan duro, lo partió a la mitad y ofreció un pedazo a Feroz quien lo aceptó de inmediato — Me separé de mi familia — retomó el pequeño — unos tipos malos nos perseguían. Nos separamos, dijeron que me escondiera y que regresarían por mí — explicó con preocupación.

— ¿Hace cuanto que no los ves? — pronunció con dolor.

— Tres días.

Feroz miró al pequeño con asombro.

— ¿Cómo has aguantado tanto?

De nuevo, un retorcijón hizo gruñir a Feroz, llevándose con fuerza las manos al estómago.

— La gente me regala cosas — explicaba inocente, sin reparar en su compañero — una vez una señora me compró comida y ofreció llevarme a mi casa, pero le dije que mis padres no tardarían, así que me dio dinero y me dijo que me cuidara.

— Tienes suerte — jadeaba Feroz con la mirada desenfocada.

— ¿Te duele la panza? — se extrañó el pequeño — creo que tengo una torta por aquí — dijo buscando entre sus cosas — Mis papás llegarán pronto, lo sé, los tipos malos no pueden atraparlos, ellos son más listos.

Al encontrar la torta sonrió y se la enseñó a su amigo. Pero ya no estaba ahí, en su lugar, una masa negra y peluda ocupaba todo el lugar y antes de poder gritar, una serie de colmillos le tomaron por la garganta, silenciándolo.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora