13 - El conejo y el jaguar

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Historia y personajes: Garrick16
Escrito por: Raziel Cosme


— ¿Estás segura que es aquí, Ruga? —imploró Caurelio mientras veía la negrura de la alcantarilla bajo sus pies.

— Vamos, novato; sólo entra y haz tu trabajo— ordenó Ruga con voz de mando.

— No es que me queje, pero... ¿por qué siempre me tocan las peores misiones? — cuestionó Caurelio—. La alcantarilla, el basurero, los baños públicos.

— ¿Peores?, siempre te tocan las más fáciles de hacer— le contestó Ruga—. Sólo entra y encuentra al agreste que se esconde en las cloacas. No puede ser más sencillo.

— No lo niego — aceptaba Caurelio—. Solo que siempre termino en malas condiciones, con el traje roto y los zapatos inservibles, la última vez perdí mis lentes y verás la catedra que me dio Flavio por tener que inyectarme contra varias enfermedades.

— Menos quejas, y más trabajo — arengó Ruga —. Enfócate, en completar la misión, Caurelio. Si tienes algún problema, sólo llama — tras esto, la joven se alejó del lugar. 

Resignado, el hombre aceptó la tarea. Era su responsabilidad ayudar al mundo a librarse de los agrestes, él podía hacerlo y no dudaba en su cometido, por desgracia las últimas misiones habían terminado mal para él. Recordando, Feroz se le había escapado de la manera más inverosímil, había sido golpeado en dicho encuentro, algunos días atrás enfermó de gripa y su nueva cita le había dicho que no sentía química y quería terminar. Tenía una mala racha.

Mirando a su alrededor, era una hermosa mañana con un sol radiante y aire fresco, por desgracia, su deber estaba en las alcantarillas.

—Deja de quejarte, Caurelio— pensó en voz alta — Puedes hacerlo, los demás confían en ti. 

Respiró hondo y entró al drenaje. Bajó despacio por las escaleras metálicas hasta tocar suelo. Todo era una oscuridad sofocante, una corriente de agua obscura circuló bajo sus pies, ensuciando sus finos zapatos negros. Un cóctel de olores podridos y humanos le invadió el olfato. El estómago se le revolvió, y sin evitarlo, vomitó todo el desayuno y tal vez parte de la cena.

Caurelio se limpió con un pañuelo la boca, el traje negro y devolvió el brillo a sus zapatos de piel. Tenía la misión de encontrar e identificar a un agreste peligroso que atacaba en las calles de la ciudad, y usaba las alcantarillas como escondite. Si el agreste presentaba el gen en segunda etapa, un disparo lo solucionaría, de estar en tercera, tendría que pedir refuerzos. Repuesto, caminó con precaución por el desagüe con una lámpara y su pistola al frente, listo para disparar. 

La obscuridad era envolvente, caminaba atento a cualquier señal, a cualquier pista. Recordaba la historia de Milo y de la comunidad agreste bajo la ciudad. Sin duda, esas cosas sabían aprovechar su entorno. De repente, escuchó pasos que corrían detrás de él. Sin pensarlo, volteó y disparó.

—¡Maldita sea!, ¿qué crees que haces? — alguien gritó en la oscuridad.

Caurelio aguzó la mirada, y con la luz de la linterna, encontró a un hombre apoyado en la pared del acueducto, con una mano en el pecho. 

—¿Quién eres?—preguntó Caurelio confundido —. ¿Qué diablos haces aquí? ¡Pon las manos arriba!

El hombre maldecía de dolor, pero al verlo sacar una libreta entre sus ropas, Caurelio entró en alerta.

—Tira esa libreta y pon las manos arriba donde pueda verlas. ¡Obedece!— le ordenó Caurelio. 

—No es una libreta, es mi agenda, men— contestó Forges adolorido—. Voy a revisar mis contactos de emergencia, acabas de dispararme — decía exagerando — voy a morir.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora