38 - Peste negra

11 1 0
                                    

Historia, personajes y redacción por Garrick16


— Es aquí — señaló Feroz. 

La camioneta se detuvo y Catrín, Fragua y Estio miraron con preocupación las extensas instalaciones de ColorCo, con una gran cantidad de soldados armados corriendo de un lado a otro para intentar controlar una situación caótica. 

— ¿Estás seguro que el tigre vino a este lugar? — preguntó Fragua.

— Sí, puedo olfatearlo, no debería estar lejos. 

— Entrar ahí será un suicidio — exclamó Estio mirando el nerviosismo de los soldados —, lo mejor será esperar a que las cosas se calmen.

— Quizá sea lo mejor, cachorro — retomó Catrín —. Si los soldados te ven a ti o a don Fragua, estaremos en un gran problema. Confiemos en ellos, son gente experta, estoy seguro que sabrán cómo lidiar con un simple tigre.

— No, Siberio es demasiado peligroso, está demente — para sorpresa de todos, Feroz bajó de la camioneta —. Debo ir, tengo que ayudarles. 

— Espera, muchacho — le detuvo Fragua —. Solo harás que te maten. 

— Correré, seré más veloz que sus balas — Feroz estaba determinado.

— ¡Espera, espera! — Catrín bajó del auto —. Eres igual de terco que mi jefe. Yo distraeré a los soldados — mientras hablaba la muerte se quitó la máscara, dejando al descubierto un cabelló rubio, un rostro acentuado, cejas abundantes y ojos claros —. Don Fragua, don Estio, yo iré con el muchacho, ustedes resguárdense en un lugar seguro. 

— ¿En verdad crees que nos quedaremos de brazos cruzados a esperarlos? — refutó el toro haciendo ademan de descender del vehículo. 

— Perdone mi atrevimiento, pero el lobo es cien veces más rápido que usted. Además, si puede olfatear al tigre, solo seremos un estorbo intentando ir a su ritmo — explicó Catrín.

— Lo mejor será prepararnos por si ellos fallan — Estio sujetó a Fragua por el hombro, haciéndolo regresar a su asiento —. Por cierto, Catrín, pensé que los tuyos no intervenían de forma directa. 

— Lo mismo digo, señor Estio — respondió lanzándole una mirara de complicidad —, pero ya hablaremos después. Atrás de mí, cachorro. Rápido.

Dejando confuso a Fragua y a Feroz, Catrín desenmascarado caminó con firmeza ante el puesto de vigilancia. De inmediato un grupo de soldados le cortó el paso.

— ¿Qué diablos pasa aquí? — la imponente voz de Catrín desconcertó a los soldados.

— ¡Alto ahí, identifíquese! — los hombres le apuntaron con sus armas.

— ¿Cómo osa dirigirse a mí de esa forma, soldado? — le gritó Catrín — ¿es que no sabe quién diablos soy yo?

Los hombres se miraron confundidos, mientras que la presencia de Catrín llamaba la atención de más y más soldados. Desde la camioneta, Estio y Fragua miraban como Feroz se escondía entre la maleza, mirando atento a Catrín. 

— Oye, viejo. ¿Quién es él? — le interrogó Fragua —. No es un humano común y corriente, ¿verdad?

— No, no lo es — confirmó el alquimio.

— Yo soy Marco Montoya, del departamento de seguridad y contabilidad. ¿Qué diablos está pasando aquí?

— No tenemos conocimiento de ese departamento, ni mucho menos visitas programadas — refutó un soldado desconfiado.

Rakonto Drakone - FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora