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Antes de que empiecen a leer, quiero decirles que este capítulo tiene referencia a escenas sexuales, nada demasiado explicito porque me incomoda escribir se contenido, pero entendí que era necesario para la historia de Bruno y Mia. Cuando llegue esa parte voy a poner estos signos ♡♡♡ y los que son menores que lean bajo su responsabilidad, y los que les incomoda este tipo de contenido (aclaro, de nuevo, nada demasiado explicito), por favor, sáltense esa parte hasta que vean los corazones de nuevo, que van a indicar el final de la escena. Advierto, nuevamente, que es una parte importante para la historia, pero quería avisar para evitar inconvenientes, no me tiren con piedras xfas. Ni siquiera pensaba añadir esto hasta que me di cuenta que era demasiado importante, aún así, pido perdón de antemano si a alguien le llega a incomodar, y bienvenido sea a dejar de leer esto si así lo desea, muchas gracias por el apoyo hasta ahora y espero que no te vayas con una mala opinión sobre mi. Siendo sincera, este capítulo fue escrito y publicado con demasiado miedo y nervios, así que espero que valga la pena... y también espero que entiendan de la importancia de las escenas sexuales en ciertas películas, series o libros. En fin, no los interrumpo más, gracias<3

***

Mia le abrió la puerta, no sabía con exactitud lo que estaba pasando pero aún así cuando lo vio lo tiró de la mano y los hundió en un abrazo, mientras cerraba la puerta con el pie. Empujó con suavidad a Bruno, sacándole un pequeño quejido cuando su espalda chocó con la madera de la puerta, y lo tomó del mentón para que la mirara a los ojos, para luego comenzar a besarlo con rudeza, gruñendo cuando introdujo su lengua en la boca del contrario, sacándole suspiros, el joven cerró los ojos y le acarició la cintura, disfrutando del beso, Mia empujaba la cabeza y lo había tomado del cuello, profundizando el beso.

La chica había pasado esas horas con el enojo y los celos comiéndola por dentro, detestaba la idea de que lo apartaran de su lado cuando ninguno de los dos quería, detestaba la idea de imaginarlo en el altar con otra persona que no fuera ella, detestaba la idea de que envejeciera junto a una persona que él no quería y que no era ella, así que lo demostró dejándolo sin aire. Bruno había acercado su cuerpo de modo que quedaran pegados, y había metido sus manos debajo de la remera de la joven, acariciando la suave piel de esta, memorizando el momento, memorizando los detalles, memorizando la delicadeza de su piel, la suavidad de sus labios y la fuerza con la que besaba a los suyos, memorizando la manera en que enredaba sus dedos en sus rizos, y en cómo suspiraba de vez en cuando en cuanto Bruno parecía tomar el control del beso. Mia se alejó un poco para tomar aire, observándolo con frustración, pero Bruno no la dejó hablar pues había acercado sus labios de nuevo, sacándole un suspiro a Mia.

Estuvieron así un rato hasta que se separaron para tomar aire. Bruno se negaba a soltarla, no podía, no quería irse, no quería abandonarla, pero debía hacerlo.

— ¿C-Cómo te fue? — dijo Mia entre jadeos.

— No me voy a casar. — dijo Bruno, con una pequeña sonrisa, ignorando la punzada en su corazón cuando Mia sonrió con felicidad y lo volvió a besar, pasando sus brazos detrás de su cuello y acariciando su cabello.

Sentía que la estaba engañando. Pero nunca dijo nada que insinuara que se iba a quedar con ella, o que se iba a ir.

Lo que más quería en ese momento, además de quedarse junto a la joven hasta que ambos se convirtieran en pasas de uva, era contarle lo que de verdad sucedía. Advertirle que debía dejarla, pero sabía que si lo hacía jamás se iría y eso perjudicaría a la pequeña Mirabel. Su amor era tanto por los suyos que había decidido sacrificar su vida, su amor, por el bien de todos ellos. Deseaba más que nada contarle la verdad a Mia, pero no podía, y eso le destrozaba. Le destrozaba saber que la joven que lo miraba con tanta felicidad y amor podría odiarlo luego de ese día. Le destrozaba saber que nunca más encontraría refugio en sus brazos, simplemente no quería irse. Pero, se repitió, es por el bien de mi familia.

Tímido • Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora