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Luego de tanto esfuerzo, la reconstrucción de Casita había finalizado, todos agradecieron la hospitalidad del pueblo y habían mudado sus cosas (las pocas que se habían salvado) de vuelta al hogar, Mia no estaba tan segura de hacerlo porque no quería molestar, pero fue arrastrada por las hermanas de su pareja causando risas en todos, no iban a dejarla sola, no la dejaron sola antes, menos en ese momento. 

Mia había presenciado el día que Casita recobró vida luego de que Mirabel pusiera el cerrojo de la puerta principal de la casa, con su inicial en este, gesto que enterneció mucho a Mia, pues sabía muy bien todo lo que la adolescente había sufrido por ser la única familiar sin don. Ahora todos estaban aprendiendo a valorarla como ella se merecía, eso hacía sentir feliz a Mia, pues poco a poco la familia mejoraba sus hábitos y se unificaban cada vez más. 

Tomó el retrato familiar de ese día, y rió por lo bajo al verse siendo arrastrada por el jaguar en un intento de atrapar a Antonio, quien de igual forma estaba siendo arrastrado por este. Era una foto graciosa y amaba verla todas las mañanas al salir del cuarto de Bruno, porque sí, le habían construido su habitación de tal forma que ambos pudieran compartirla, y eso era algo a lo que se estaba acostumbrando, porque antes lo normal en su vida era estar sola y disfrutar de su soledad, ahora era complicado tener que dejar hábitos detrás, pero sin dudas estaba mejor así. Nunca había sido tan feliz en su vida. 

Ese día había despertado sintiendo una paz que hace mucho anhelaba sentir, sentía su corazón latir con suavidad, su pecho subir y bajar, apenas y emitía ronquidos lo cual Mia agradecía porque era muy sensible a los ruidos, tenía un brazo rodeando su cintura y el otro lo usaba como su almohada, y Mia no podía dejar de mirarlo mientras dormía. Era un desastre durmiendo, como todos los seres humanos al descansar, pero prefería despertar sintiendo su corazón agitarse al sentir los brazos del contrario abrazarla que despertarse con un vacío en el pecho imposible de rellenar que la dejaría con un mal humor todo el día. Su nueva vida era lo mejor, lo amaba. 

No se había dado cuenta de en qué momento el contrario abría los ojos lentamente y la observaba adormilado, Mia le sonrió. 

- Buenas, bonito. - saludó, Bruno cerró los ojos con una pequeña sonrisa y se acomodó mejor para poder seguir durmiendo abrazando con ambos brazos a Mia, quien rió ante esto y negó con la cabeza. - Hey, vamos a desayunar, ¿o acaso olvidaste lo que teníamos planeado para hoy? 

- Desayunar… plan… hoy… - murmuró Brun, asintiendo como si estuviera aportando algo sumamente coherente a la conversación, Mia negó y le besó la mejilla, para luego dirigirse a su oído.

- Si no te levantas a desayunar ahora… no lo volveremos a repetir hasta dentro de dos meses. 

Bruno, a pesar de sentir un cosquilleo por todo su cuerpo, habló aún dormido. - Ni tú te crees eso.

Mia suspiró rendida y terminó apoyándose en el pecho del otro, dejando de luchar por levantarse. - No, la verdad no, pero bueno. 

El contrario rió, como es natural al despertarse su voz salió más ronca de lo normal y eso sólo le confirmó lo que le había dicho Bruno segundos atrás. No sería capaz.

- Da igual. Si no nos levantamos ahora, Madrigal, nos vamos a perder la cita con la señora Torres. 

- Sólo un ratito más, linda… - dijo en un murmullo, sin saber que ese apodo había causado un sonrojo leve en las mejillas de la contraria, quien aún no se acostumbraba a que la llamara así.

Pero como ya había dicho, esa faceta nueva de él le encantaba. De por sí desde antes le gustaba provocar, ahora era el doble de provocador, y eso lo hacía tan atractivo que a veces pensaba que iba a explotar, su lado adolescente no había muerto del todo y Bruno lo activaba con una sola mirada. Pero a la vez, seguía conservando su timidez de antes, era la dualidad andante. 

Le aliviaba que haya vuelto. Bastó un segundo para que Mia se diera cuenta de que estaba entre los brazos de su pareja, luego de diez años, a veces tenía esos momentos de no asimilar lo que estaba pasando y ese era uno de esos, recordó con dolor los primeros meses de su desaparición, lo tortuosos que fueron, lo poco que se había alimentado, lo poco que había vivido, se había encerrado por completo, salía sólo para buscarlo, siempre imaginando escenarios en los que lo encontraba, leía y releía la carta todos los días esperando encontrar su ubicación oculta en sus palabras, todo el tiempo rogando y esperando que siguiera vivo, esperando a que volviera, había tocado fondo, pero nunca había dejado la esperanzas de verlo de vuelta. Y ahí estaba, disfrutando de su calidez, acariciando su pecho y escuchando los latidos de su corazón. Suspiró con alivio.

- Hey ¿qué tienes? - dijo preocupado, despejándose por completo cuando sintió gotas caer en su pecho desnudo, Mia negó con una sonrisa en el rostro.

- Nada, bonito… es que todavía me cuesta creer que volviste, es todo. No tenes una idea de lo que me hiciste falta. - susurró. Bruno sonrió un poco y se sentó para acunar el rostro de su pareja en sus manos, depositando besos alrededor de este, causando que suspirara y sonriera de lado. 

- No me voy a ir otra vez, es una… ¿cómo era? - dijo, concentrado en la manera que Mia frotaba su rostro contra su mano - Pinky promesa, es una pinky promesa. Y esta vez no la voy a romper, lo juro. 

Mia rió por lo bajo. - Pensé que te habías olvidado lo de las pinky promesas. Es lindo que todavía te acuerdes… ay, ¿por qué sos tan bonito? - le dijo, acariciando sus rulos. 

Bruno sonrió. - Pasé todos los días en esas paredes repitiendo cada recuerdo que creamos juntos, ¿y esperas que me olvide de eso? Por favor, si hasta recuerdo la manera en que me mirabas el día que tuvimos nuestra primera cita.

- Ah, sí, eso - dijo Mia, con la mirada perdida -... no te voy a mentir, estabas buenísimo ese día. 

Bruno se ahogó de repente luego de escuchar esas palabras y Mia rió, golpeando su espalda.

- Es curioso como siempre terminamos en la misma situación en la que nos conocimos. 

Bruno sonrió avergonzado. - ¿No que teníamos que irnos rápido?

Mia abrió los ojos de par en par y asintió, causando risas en el contrario. - No creas que cambiando de tema vas a safar, Bruno. Pero tenés razón, apurate.

Dijo, saliendo de la cama de golpe, caminando hasta el armario tomando lo primero que vio, sin darse cuenta que el contrario la observaba de arriba a abajo.

- ¿A dónde tan arreglada? - preguntó de repente.

Mia bufó al notar que estaba desnuda y volteó a verlo con las cejas arqueadas. - No seas tarado y metele pata.

***

Es tarde pero no podía no subir otro cap, una para avisar que la playlist ya está en mi perfil a quien le interese, y otra porque  quería aclarar que en la historia ya pasaron unos meses desde la aparición de Bruno, perdón si les parece aburrido o apurado pero me pareció que si lo seguía alargando iba a ser pesado tanto para mí como para ustedes, así que digamos que Mia ya se está acostumbrando a que Bruno esté de vuelta PERO pero tiene sus bajones, como todos, y me refiero a que a veces va a tener ese choques de realidad, así que va a ser difícil tanto para ella como para Bruno. Y nada, eso.

De verdad muchas gracias por el apoyo, no me voy a cansar de agradecer sus comentarios, su apoyo y el que les guste tanto lo que escribo, muchas gracias<3

~> Lu.

Tímido • Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora