Si lloraron con el cap anterior, con este peor, más que nada si escuchan i love you so mientras lo leen, porque puse en loop ese tema mientras lo escribía sjjsjsjsjs no me tiro de un puente nomas pq tengo q terminar esto. Perdón mi brunito yo te amo :(
***
Cuando Mia se despertó, fue con una sonrisa pequeña en los labios, tanteando el colchón con los ojos cerrados, frunciendo el ceño y con la sonrisa borrándose de su rostro de a poco.
Quizás se fue a hacer el desayuno, pensó. La razón de que pensara eso está en que Bruno era tan dulce con sus acciones que la chica estaba segura que era algo que él haría, entonces ella se sentaría en la cama con una sonrisa feliz al verlo ingresar torpemente con una bandeja en manos y una sonrisa pequeña, preguntándole si durmió bien y si tiene hambre, Mia lo observaría con una cálida sensación en el pecho y con el corazón acelerado, y Bruno se sonrojaría al ver sus pechos descubiertos y le pasaría su campera, sacándole risas a la chica, quien lo miraría enternecida y le daría un beso en la mejilla a Bruno, quien sonreiría y cerraría los ojos para disfrutar del tacto.
Entonces ambos se sentarían a desayunar en silencio, con las mejillas sonrojadas, miradas cargadas de cariño y pequeñas sonrisas. Mia le diría un cumplido y Bruno se sonrojaría, cuando terminarían ambos se irían a asear, Mia le acariciaría el cabello, le preguntaría si le dejaría hacerle una coleta en su cabello rizado y él le diría que sí con timidez, entonces iba a aprovechar ese momento para acariciar su cabello con toda la libertad, y Bruno jugaría con sus manos sintiendo un sonrojo en sus mejillas. Y ambos pasarían el resto del día juntos, a veces en silencio, a veces con sonoras carcajadas, pasearían tomados de la mano y Mia vería con una sonrisa cómo el joven se dejaría hacer colitas por sus pequeños sobrinos con una gran sonrisa y feliz, a pesar de que sabía que no se vería tan atractivo con colitas saliendo en todas direcciones. Entonces volverían a la casa de Mia, le sacarían las colitas entre pequeñas risas y besos, y dormirían abrazados, sintiéndose las personas más felices del planeta. Y quizás, sólo quizás, repetirían lo que pasó entre ambos la noche anterior, intentando sentirse tan amados como esa noche se sintieron.
Pero eso no pasó, Mia esperó sentada en su cama toda la mañana, con una presión en su pecho y lágrimas en los ojos, repitiéndose que él estaba haciéndole el desayuno y que tardaba mucho porque lo estaba haciendo con amor, se repetía a sí misma que no la había usado como muchos lo habían hecho y que no la había abandonado luego de tener lo que tanto había buscado, lo que tan fríamente había calculado y logrado con paciencia. Se repetía que él volvería, le pediría mil veces perdón por su tardanza y haberla hecho sentir abandonada, y que le daría mimos toda la tarde hasta que se le pase el enojo.
Mia sollozó y puso su mano en su corazón, negando con la cabeza ante el pensamiento de que quizás era como todos y sólo la había usado. Negó ante el pensamiento de que su dulce chico no era más que uno del montón que había fingido dulzura y cariño con ella sabiendo que era su debilidad. Y se quedó sentada en su cama, sintiendo cómo su corazón se partía en miles de pedacitos, llorando y no notando la presencia de una carta y un collar que estaba literalmente en la almohada a su lado.
Se bañó, se vistió y apenas pudo tomar café, estaba devastada. Porque había esperado al joven por horas y nunca había regresado, porque recordaba con dolor cada palabra de amor, cada mirada cargada de cariño, porque recordaba la manera en que la besó y la hizo completamente suya con una dulzura y ternura que nunca le habían demostrado, preguntándole a cada momento si lo estaba haciendo bien o si le hacía daño, asegurándose que ella se sintiera bien, porque se negaba a pensar que su dulce chico la había abandonado. Dejó su taza de café de lado y comenzó a llorar, no importándole si hasta la pequeña Dolores oía su llanto, no podía contenerlo más en su pecho.
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Tímido • Bruno Madrigal
Science FictionLa llegada de Mía Gómez daba mucho de qué hablar al pueblo de Encanto, quizás era por la seguridad que brotaba de sus poros, quizás por su cálida sonrisa de ojos chicos, o quizás sólo por el hecho de que siempre llevaba pantalones en lugar de faldas...