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Antes de leer: si sos menor de edad, leelo bajo tu propio riesgo. Si a alguien le incomoda, porfas, no lo leas, esto lo escribí sólo con el fin de probar algo nuevo, me daba curiosidad y, bueno. Los que lo van a leer hasta el final, comenten qué les pareció, si?

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Mia observaba los ojos de Bruno, notando en estos un brillo especial, más allá de lo que le generaban las nuevas sensaciones que estaba sintiendo, entrecerrando los ojos luchando con la necesidad de cerrarlos, él no quería perder ni un segundo sabiendo que más adelante lo lamentaría, pero Mia no sabía esto. Ignorando lo que de verdad pasaba, disfrutaba la manera en que él se negaba totalmente a no analizar su piel, sus gestos, sus movimientos, sus sonidos, ni siquiera por un segundo. La manera en que sólo cerraba sus ojos un momento cuando había sentido algo demasiado repentino o para disfrutar de los besos que Mia le proporcionaba, le enternecía. Había algo en su gentileza que le insinuaba que algo más allá de su entendimiento sucedía, pero estaba demasiado concentrada en lo que estaba sucediendo como para analizarlo a detalle.

Mia adoraba la manera en que su chico deslizaba gentilmente sus prendas por su piel, como si pidiera permiso, rozando sus dedos sobre su piel con una delicadeza que le transmitía la intensidad del cariño que estaba sintiendo en ese momento por ella, como si estuviera trazando un mapa con las yemas de sus dedos. Y eso le causaba escalofríos, porque había algo en la manera en que la miraba que le erizaba la piel.

Estaba feliz. Se habían sacado de encima un problema y ahora estaban dando el paso que ambos estaban ansiando pero que no se animaban a darlo. Estaba agradecida porque así fueran las cosas, no pudo evitar poner su mano delicadamente sobre su cuello y atraerlo hacia ella, para besarlo con intensidad, jugando con su lengua y mordiendo su labios, disfrutando de los suspiros que salían del contrario. Quería más, pero sabía que tenía que ser paciente, sobre todo para disfrutar del momento, y porque no quería presionarlo.

Mia estaba dispuesta a esperarlo si él así lo quería, si se arrepentía y prefería dormir abrazados, ella aceptaría y dormiría acariciando sus rizos. Pero él seguía, y no parecía dispuesto a parar. Hasta se había separado para atarse el cabello, bajo la mirada atenta de Mia, quien lo miraba casi hipnotizada, sonrió de lado ante esto, sabiendo lo que era capaz de causar en ella.

— Mia — dijo con la respiración entrecortada, observándola con los ojos entrecerrados, con una mezcla de excitación y cariño en ellos, ella observó con atención la manera en que sus pestañas se movían de arriba hacia abajo, recorriendo su rostro con un cariño que la estremecía —. Voy a necesitar que me ayudes a hacerte sentir bien.

Tragó saliva y lo observó directo a los ojos, sintiendo su corazón acelerarse tras lo dicho. Él siempre estaba atento a que ella se sintiera bien, y eso, inevitablemente, hacía que su amor por él incrementara.

Asintió, lo miró a los ojos pidiendo permiso y cuando él asintió, ella tomó los bordes de la última prenda que tenía encima y deslizó su camisa con suavidad, tocando su piel en el proceso, sacando suspiros en el contrario. Ambos poseían un sonrojo en sus mejillas y un latir acelerado de sus corazones.

Bruno no se resistió al impulso de besarla, olvidándose de su timidez, y comenzó a recostarlos en la cama, sintiendo a la pelinegra suspirar a gusto y abriendo las piernas con lentitud para estar en una posición más cómoda, ambos soltaron un gemido bajo al sentir el roce de sus genitales.

— Primero — empezó Mia, con la respiración entrecortada, tomando su mano derecha bajo la atenta mirada de Bruno, dispuesto a hacer lo que ella le pidiera para poder hacer del momento algo inolvidable, especialmente para ella, porque quería que nunca lo olvidara. —... la zona debe... l-lubricarse, y para eso — bajo el fuerte sonrojo de Bruno y sus ojos curiosos, Mia, sin soltar la mano derecha del contrario, deslizó su mano hacia sus labios inferiores, tocando el dedo del medio y anular del contrario, mordiendo sus labios en el proceso. Bruno estaba fascinado viendo que con un sólo roce, había provocado en Mia jadeos y un fuerte sonrojo. —... para eso, t-tenes que mover tus dedos sobre mí, girarlos en círculos, f-frotarlos en mi... pero si no queres, podemos-

Tímido • Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora