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Conforme pasaba el tiempo, los niños se acostumbraban con mayor rapidez de la que pensaban al ritmo de la familia Madrigal. Ambos estaban muy contentos con lo bien recibidos que fueron los niños por su familia, les hacía feliz ver que ellos se veían cada vez más cómodos. Incluso Casita les había dado la bienvenida, los niños se habían sorprendido y emocionado cuando apenas llegaron Casita fueron arrastrados por sus cerámicos entre risas, Oliver había tenido miedo y terminó de la mano de Bruno, causando ternura en los presentes.

Al cabo de un mes, Isabella les había hecho hamacas, enredó lianas en el árbol más alto y les hizo una almohadilla de flores para que los niños se sienten, cada vez que tenían oportunidad los tres corrían desesperados a sus nuevas hamacas, Mia le había agradecido por demás a la joven. 

Sammy, como todos habían comenzado a decirle, se había ganado el cariño de sus tías con rapidez, ayudaba a Julieta en la cocina y ella la aceptaba gustosa, pues se divertía enseñando a la niña cosas básicas de la cocina. También se había ganado el cariño de Isabella, pues un día la pequeña le había pedido tímidamente una flor, y ella fue feliz al hacerle dos trenzas a la pequeña y colocarle flores en su largo cabello, amaba peinarla, Samantha tenía en cabello largo y lacio como ella, lo que, quiera o no, generaba cierta preferencia con la niña. Mirabel era de sus primas favoritas, no sólo por el hecho de que la de lentes le había hecho un conejo de peluche, sino que era muy divertido jugar con ella y Camilo, quien prácticamente se había ganado a sus nuevos primos con rapidez, después de todo era casi su especialidad jugar con los niños. Samantha amaba a sus padres por igual, pero tenía un apego emocional a Bruno, lo admiraba mucho, y él era demasiado cariñoso, cuidadoso y atento con la niña, estaba siendo el padre que ella siempre necesitó.

Tomás fue quien tardó un poco más en integrarse a la familia Madrigal, era un poco cerrado al principio, tenía miedo de ser abandonado y extrañaba a su abue, pero al final del día se había ganado el cariño de todos, especialmente de Mirabel, quien lo ayudó con paciencia a integrarse aún más en la familia, entendía que para él era difícil autoproclamarse como miembro de la familia, era el más grande de los hermanos y, por lo tanto, con el tiempo había entendido la importancia de unos padres, y los había anhelado. Pero aún así para él era un ambiente nuevo, sobre todo por los dones. Sin embargo, terminó por acostumbrarse a estos y divertirse con sus primos, le gustaba jugar con Camilo y ayudarlo con sus bromas, incluso Oliver a veces los acompañaba, el adolescente prácticamente lo había nombrado como secuaz y eso a Tomás le parecía fabuloso, Mia no lo aprobaba del todo pero sabía que mientras las bromas no se fueran de la raya y nadie terminara lastimado todo estaría bien, a decir verdad, le sentaba bien que Camilo se llevara bien con sus pequeños. Tomás también admiraba mucho a Luisa, su don era el que más admiraba de todos, además del de su papá. Le divertía la facilidad con la que Luisa lo llevaba sentado en un solo hombro, y ella era muy feliz con la aceptación de sus primos para con ella. 

Y, a pesar de ser quien había dicho que el don de su padre daba miedo, Tomás terminó por ser el más pegado a Bruno, quien le había enseñado con paciencia que sus dones no lastimaban a nadie, que sólo predecía el futuro, que podía verlo, y que sus ojos verdes no eran tan tétricos como lo pintaban. El niño con rapidez dejó de temerle para comenzar a admirarlo, lo perseguía a todos lados, ayudándolo con Luca, pidiéndole que le muestre sus obras con sus ratoncitos, pero sobre todo amaba cuando él lo llevaba sentado sobre sus hombros. Pensaba, con emoción, que tenía un padre genial. 

Oliver, con la rapidez de un suspiro, se había llevado el corazón de toda su nueva familia con rapidez. En especial el de Pepa, pues cuando estaba nerviosa el niño corría hacia la cocina de Julieta y le traía galletas con una enorme sonrisa, diciéndole que todo iba a estar bien, y que la nube sobre su cabeza era bonita, Pepa adoraba al niño. Se llevaba especialmente bien con Toñito, compartía su amor por los animales y su don le parecía genial, amaba jugar con él en su cuarto y correr por todos lados, a veces el jaguar los llevaba a ambos para todos partes y se había vuelto habitual verlos a ambos pegados como chicles. También se había encariñado mucho con el hermano mayor de Antonio, Camilo, su don le parecía gracioso y el adolescente solía dejarlo subirse a su espalda cuando estaba demasiado cansado y quería dormir. 

Tímido • Bruno MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora