Prólogo

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El sonido de las sirenas inundó los pasillos y salones de la universidad, los paramédicos y oficiales corrieron hasta un salón en específico.

Minutos antes la profesora había insistido en que se quitara los lentes de sol, la bufanda y la casaca al momento de insistir que subieran más el aire acondicionado.

Minjeong sentía que se ahogaba con todo lo que tenía puesto encima pero no se iba a arriesgar a que la bombardearan con preguntas. Sin embargo, cuando pidió que encendieran el aire acondicionado, automáticamente se arrepintió.

El tiempo pasaba y sentía como el choque de calor era más fuerte en ella hasta que perdió la conciencia en plena clase. Evacuaron el salón y Minjeong seguía sin reaccionar.

Los paramédicos entraron al salón siguiendo las indicaciones de la profesora.

— ¿Señorita Kim? — la movieron delicadamente mientras que ponían un poco de agua helada en su cabeza.

— Estoy bien— murmuró Minjeong cuando recobró la conciencia.

— Por favor sácate todo lo que tienes encima, Minjeong— dijo la profesora— Los paramédicos necesitan revisarte.

La pelirroja negó repetidas veces, se aferró a su pequeño escritorio— ¿Puedo irme a casa?

— No hasta que la revisemos, señorita— dijo uno de los paramédicos con una pequeña sonrisa que le removió el estómago.

Trató de examinarla pero dio un salto del susto.

— ¡Por favor no me toques! — soltó un manotazo en esa dirección y se paró del asiento para caminar alarmada a una esquina del salón. El paramédico intentó acercarse pero lo único que veía Minjeong, era a él, solo podía ver al hombre que le había hecho daño— ¡No te acerques! ¡No me hagas daño!

— Señorita Kim, yo no le haré daño— dijo el paramédico— Solo queremos ayudarla, mi nombre es Niki. Déjeme acercarme, por favor.

Minjeong comenzó a gritar y a llorar, perdió el control de sus emociones y de lo que sus ojos veían en realidad. Se acercaron a ella una vez que la policía también entró al salón, le inyectaron algo que hizo que se sintiera débil e impotente y revivió todo otra vez.

— No lo planeé, no planeé que me gustara— susurró antes de quedar inconsciente.

La chica del aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora