Capítulo 34 - Fractura

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Karina

—Estás llevando todo al extremo—había salido de su boca sin pensar, Karina estaba comportándose como una idiota y lo sabía.

—Mejor cállate, Karina. Deja de hablar, porque hoy cada palabra que sale de tu boca es mucho peor que la anterior y te juro por Dios que...

—¿Te juro por Dios que...?—exclamó con enojo, desafiándola—¿Vas a terminar conmigo?

Minjeong cerró los ojos tratando de contener sus lágrimas y negó—Me iré a casa, encuentra un lugar donde quedarte, porque no pienso ver tu cara por la mañana—dio por terminada la conversación y tomó su bolso del suelo.

Karina la miró con incredulidad y rabia—¿En serio me vas a dejar aquí, así?

—Sí, Karina. Porque yo si tengo autocontrol y no quiero soltar alguna idiotez como tú.

Minjeong se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada del bar. Karina la llamó varias veces con la esperanza de que se diera la media vuelta y caminara nuevamente hacia ella, pero no fue así.

Se levantó del capó del auto y pateó la llanta con todas sus fuerzas ocasionando que no solo ella gritara de dolor, pero que la alarma de este la dejara un poco sorda por lo fuerte que era.

Desesperada y dolida, Karina empezó a caminar de vuelta al bar, necesitaba distraerse y pensar en cómo arreglar lo que había sucedido. Al entrar, encontró a Giselle y Ningning hablando entre sí, ambas detuvieron su conversación al ver la expresión de Karina.

—¿Qué pasó? —preguntó Giselle, aunque ya intuía la respuesta.

—La cagué, Giselle —respondió Karina con un suspiro—Minjeong se fue y no quiere verme.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Ningning, menos severa de lo que había sido antes, ahora viendo la vulnerabilidad en Karina.

Karina negó y se sentó en una mesa alejada con ellas—Lo que necesito ahora es un buen trago, la Karina de mañana podrá encargarse de la cagada que se metió la Karina de hoy.

—No me parece una buena idea, Rina—dijo Ningning—Deberías de ir a casa, además, cuando entraste estabas cojeando.

—No quiero irme a casa, Ning. Tampoco puedo hacerlo, Min no quiere verme y está totalmente justificada.

—¿Segura qué quieres beber? —preguntó Giselle y Karina asintió.

—Sabes porqué quiero hacerlo—Giselle suavizó sus gestos y sonrió debilmente—Lo siento por decepcionarte.

Giselle suspiró y asintió, sabiendo que no podía detener a Karina cuando estaba decidida. Llamó al camarero y pidió una ronda de tragos para todas.

—Está bien, Rina. Pero prométeme que te cuidarás y no harás nada de lo que te arrepientas mañana —dijo Giselle tratando de que Karina accediera bajo sus condiciones—De todas formas ya hiciste cosas realmente jodidas hoy.

Karina asintió, aunque su mente ya estaba nublada por la mezcla de emociones y el alcohol que ya había ingerido. Tomó su trago y bebió de un solo trago, sintiendo el ardor en su garganta, pero también el alivio temporal que le proporcionaba.

—No entiendo cómo dejé que todo llegara a esto —murmuró Karina, mirando su vaso vacío— Minjeong es lo mejor que me ha pasado y aún así, lo arruiné todo.

—¿Podemos hablar frente a Ningning?—preguntó su mejor amiga y Karina frunció el ceño confundida—Sobre lo de tu padre, el testamento y la herencia—Karina entendió y asintió.

La chica del aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora