Capítulo 38 - Compromiso

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Karina

Oficialmente había cumplido treinta años y definitivamente no se sentía como una persona de esa edad. Karina estaba en la tercera base de la vida y, normalmente, en esa etapa, las personas ya estaban establecidas en el mundo real y en busca de una pareja estable, pero ese no era su caso. Si bien Karina estaba en su mejor momento en el ámbito financiero y laboral, su felicidad no estaba basada en ello y tampoco se sentía plena.

El día de su cumpleaños había comenzado con mensajes y llamadas de felicitación de sus amigos, colegas y familiares. Sin embargo, ninguno de esos gestos logró arrancarle una sonrisa genuina. Su novio, Jaewook, le había preparado un desayuno especial que había disfrutado, pero mientras se miraba al espejo, ajustando su bata de médico, no podía evitar preguntarse si alguna vez encontraría la verdadera felicidad. Recordó las palabras de Taeyang la noche anterior y cómo, por un breve instante, había sentido una chispa de esperanza.

En el hospital, los pacientes y el personal la felicitaron calurosamente. Aunque Karina agradecía los gestos amables, su mente estaba en otro lugar. A medida que avanzaba el día, se sumergió en su trabajo, utilizando el ajetreo y la concentración como un escape de sus pensamientos turbulentos. Cada operación, cada consulta, era una forma de evitar enfrentarse a la realidad de sus emociones.

Al final de su turno, Karina se encontró en su oficina, rodeada de documentos y expedientes. La luz del atardecer se filtraba por la ventana, creando un ambiente sereno y melancólico. Suspiró, dejando caer su cabeza en sus manos. Sentía el peso de los años y las expectativas no cumplidas, pero también un anhelo profundo por algo más.

En ese momento, su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de Jaewook, recordándole la cena especial que tendrían esa noche junto a todos sus amigos y familiares. Karina sabía que él estaba haciendo todo lo posible por hacerla feliz, pero no podía evitar sentir que algo faltaba.

Con un suspiro, respondió al mensaje con una promesa de llegar a tiempo. Se levantó de su silla, decidida a afrontar la noche con la mejor actitud posible. Mientras salía del hospital, se prometió a sí misma que intentaría encontrar esa chispa de alegría que había perdido, sin importar cuánto tiempo le llevara.

Al llegar al apartamento, encontró una pequeña nota pegada al espejo en la habitación escrita por Jaewook diciendo que se colocara el vestido que le había comprado. Encima de la cama había una enorme caja y dentro de esta, un hermoso vestido negro entallado. Karina lo tomó con cuidado y lo sostuvo contra su cuerpo, admirando la elegancia del diseño. Sonrió ligeramente, agradecida por el esfuerzo de Jaewook.

Se dirigió al baño para darse una ducha rápida. El agua caliente sobre su piel la relajó momentáneamente, lavando un poco del estrés acumulado durante el día. Después, se secó y se aplicó una loción suave que olía a lavanda. Se tomó su tiempo en arreglarse el cabello, optando por unas suaves ondas que caían sobre sus hombros. Luego, se maquilló, eligiendo tonos sutiles que resaltaban sus rasgos naturales.

Finalmente, se puso el vestido negro. Ajustaba perfectamente, realzando su figura de manera elegante y sofisticada. Se miró en el espejo, y aunque veía a una mujer hermosa y exitosa, sabía que la apariencia externa no reflejaba como se sentía ella realmente por dentro. Tomó un respiro profundo y salió de la habitación, decidida a hacer lo mejor de la noche.

El viaje al restaurante fue breve, pero en su mente, Karina repasó todo lo que tendría que hacer al día siguiente en el trabajo. La cena de cumpleaños organizada por Jaewook era en uno de los restaurantes más caros de Corea del Sur, en la capital Seúl. Era un pequeño evento en un salón grande del restaurante, decorado con elegancia y atención al detalle.

La chica del aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora