Capítulo 31 - Buzón de Voz

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Karina

Había estado manejando sin rumbo durante horas. La botella de whiskey de su padre estaba en el asiento del copiloto, balanceándose con cada curva y topándose ocasionalmente con otra botella vacía que ya estaba allí. Aunque no había vuelto a tocarla, su presencia era un recordatorio constante del dolor que sentía.

Al subir al auto, Karina había dejado de llorar, pero un pitido persistente resonaba en sus oídos, mezclándose con el sonido monótono del motor y el zumbido de los neumáticos contra la pista. Cada kilómetro recorrido parecía aumentar su sensación de desorientación, tanto emocional como física.

De pronto, sintió una necesidad urgente de detener el auto. No sabía exactamente por qué, pero una mezcla de agotamiento y desesperación la llevó a buscar un lugar donde pudiera estacionar y respirar. Giró el volante bruscamente, saliendo de la carretera principal y entrando en un camino de tierra que se adentraba en un pequeño bosque. La vegetación densa y los árboles altos parecían ofrecer un refugio momentáneo del caos interno que la consumía.

Finalmente, encontró un lugar donde pudo detener el auto y lo hizo. Apagó el motor y, por un momento, el silencio fue casi ensordecedor. Se quedó sentada, aferrada al volante, con la mirada perdida en la oscuridad que la rodeaba. Respiró hondo, intentando calmar todas las emociones que estaba sintiendo a la vez.

Sin saber qué más hacer, cerró los ojos, apoyó su espalda por completo en el asiento y soltó el volante. Las lágrimas que había reprimido durante el trayecto comenzaron a brotar de nuevo, rodando por sus mejillas sin control.

Tomó la botella y la abrió, olió el contenido y se sintió totalmente repugnada por el olor a alcohol que desprendía esta. A pesar del asco, llevó la botella a sus labios, buscando desesperadamente un alivio momentáneo para el dolor que la consumía. Pero, justo cuando el líquido estaba a punto de tocar sus labios, algo en su interior la detuvo.

Karina dejó caer la botella en su regazo, sintiéndose aún más perdida. ¿Qué estaba haciendo? ¿Realmente pensaba que el alcohol la ayudaría a superar la pérdida de su padre? Una mezcla de rabia y tristeza la invadió, y dejó la botella nuevamente en su regazo.

Se dejó caer hacia adelante, apoyando la frente en el volante. Sollozó con fuerza, dejando que todo el dolor y la frustración salieran de una vez. El bosque a su alrededor parecía absorber sus gritos de desesperación, brindándole un espacio seguro para desahogarse.

Finalmente, cuando las lágrimas comenzaron a secarse y el cansancio la venció, Karina se recostó en el asiento una vez más, mirando hacia el cielo a través del parabrisas. Las estrellas brillaban débilmente entre las copas de los árboles, ofreciéndole un tenue consuelo. Cerró los ojos, deseando con todas sus fuerzas que el dolor se desvaneciera, aunque solo fuera por un momento.

En medio de todo, Karina tomó su celular con manos temblorosas y llamó a su padre. Sabía que no obtendría respuesta, pero la necesidad de escuchar su voz, aunque fuera a través de un buzón de voz, era abrumadora. El tono de llamada resonó en el silencio del auto, cada pitido resonando en su corazón como un eco doloroso.

—Hola, soy Jonghyun. No puedo atender tu llamada en este momento. Por favor, deja un mensaje y te responderé lo antes posible.

El sonido de la voz de su padre, aunque grabado, hizo que las lágrimas volvieran a brotar con más fuerza. Colgó y volvió a intentarlo, con la esperanza irracional de que todo esto fuera una pesadilla de la que aún podía despertar. Pero la misma grabación contestó nuevamente, dejándola con un vacío aún mayor en el pecho.

Finalmente, decidió dejar un mensaje de voz. Al principio, habló con mucha rabia, reprendiéndolo por haberla controlado siempre y nunca haberla dejado ser feliz.

La chica del aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora