Capítulo 55 - Bruises

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Minjeong

Lo había visto todo. Minjeong había estado detrás de ese vidrio gigante, observando en silencio junto a la enfermera, el médico encargado de Karina y el resto del personal que permanecía en alerta por si algo salía mal durante la visita de Tiffany.

Desde su posición, Minjeong pudo escuchar cada palabra que Karina le dirigió a su madre, cada grito lleno de dolor y resentimiento. Ver a Karina así, tan vulnerable y quebrada, le rompió el corazón de una manera que no había anticipado. Sabía que la relación de Karina con su madre era complicada, pero jamás imaginó que el sufrimiento de Karina fuese tan profundo, tan devastador.

A través del cristal, Minjeong vio a Karina luchar con todo su ser, intentando mantener una fachada de fuerza, mientras la verdadera Karina, una Karina rota, desesperada, emergía en medio de ese dolor insoportable. Tiffany, aunque había terminado por divorciarse de Jonghyun cuando se dio cuenta del daño que le causaba a Karina, nunca había intervenido cuando más importaba. Y aunque tal vez lo había hecho con buenas intenciones, se había convertido en una cómplice pasiva en el sufrimiento de su hija.

Minjeong sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos al ver a la mujer que amaba tan destruida. Ver a Karina, a la verdadera Karina, la Karina que ocultaba su dolor detrás de una máscara de perfección, fue como ver a alguien ahogarse y no poder hacer nada para salvarla. La desesperación y el odio que Karina sentía hacia su madre eran el reflejo de un alma que había soportado demasiado, que había sido moldeada por años de dolor y rechazo.

Cada palabra que Karina gritaba resonaba en el pecho de Minjeong, haciendo eco de la impotencia que sentía al no poder atravesar ese cristal, al no poder sostenerla en sus brazos y decirle que todo estaría bien. Pero, ¿cómo decirle eso cuando sabía que no podía prometerle que el dolor desaparecería? ¿Cómo decirle que la vida sería más fácil cuando ella misma sabía que las cicatrices que Karina llevaba dentro eran demasiado profundas?

Minjeong entendía ahora, más que nunca, las decisiones que Karina había tomado en su vida. Decisiones que parecían duras, crueles incluso, pero que en realidad eran intentos desesperados por protegerse a sí misma y a los demás del caos que sentía en su interior. Cada vez que Karina se alejaba, cada vez que construía muros alrededor de su corazón, era su manera de sobrevivir, de evitar que el dolor la consumiera por completo.

Minjeong deseaba con todo su ser poder ser esa persona que ayudara a Karina a sanar, que la acompañara en su camino hacia la recuperación. Pero, mientras la veía ser sedada y llevada a su habitación, entendió que el proceso sería largo y doloroso, y que quizás Karina necesitaría recorrer una parte de ese camino sola.

Sin embargo, Minjeong estaba dispuesta a esperar, a estar a su lado cuando Karina estuviera lista para dejar entrar a alguien en su vida de nuevo. Porque, aunque su corazón estaba destrozado al ver a la mujer que amaba en ese estado, Minjeong sabía que su amor por Karina era más fuerte que cualquier dolor. Y estaba dispuesta a luchar por ese amor, aunque significara esperar en la sombra, ofreciendo su apoyo silencioso hasta que Karina estuviera lista para recibirlo.

Minjeong apoyó una mano en el vidrio frío, deseando poder atravesarlo, deseando poder borrar el dolor en los ojos de Karina. Pero lo único que podía hacer era esperar, y en ese momento, eso le parecía lo más difícil de todo.

Salió de aquel cuarto con los pelos de punta, el cuerpo tembloroso por lo que acababa de presenciar. Había evidenciado una de las crisis más devastadoras de Karina, y aunque ya conocía las sombras que perseguían a la mujer que amaba, verlo con sus propios ojos le había dejado una marca indeleble. Estaba en shock, porque dentro de su cabeza no cabía la posibilidad de que alguien terminara en ese estado, un estado en el que el dolor y la desesperación habían consumido a Karina por completo.

La chica del aviónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora