25 | The Quidditch match

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.:. CHAPTER TWENTY FIVE .:.
( EL PARTIDO DE QUIDDITCH )

Emma debía admitir que se sentía exhausta

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Emma debía admitir que se sentía exhausta. Ese no era ni de cerca su mejor año. Sus amigos estaba peleados, y Harry estaba del lado de Ron, así logrando que Hermione también se enfadara con él.

En ese momento Emma se encontraba en la sala común, sola, en una mesa junto a un pergamino y lápices de colores. La castaña se había propuesto dibujar algo. Cuando era pequeña había tomado una que otra clase de dibujo básico y que mejor momento para ponerlo en práctica que ese.

Pensó y pensó por demasiado tiempo, y al final se decidió por dibujar su primer beso con Harry. Así, de alguna forma tendría algo más que su mente para recordar aquel mágico momento.

Emma ya llevaba varias horas en el dibujo, y luego de varios intentos logro terminar el boceto. Ahora lo único que le faltaba era pintarlo. Estaba tan concentrada que no se dió cuenta que anocheció. Estaba terminando uno de los últimos detalles cuando sintió como alguien besaba su mejilla.

—Buenas noches —saludó Emma, levantando la mirada, encontrándose con los hermosos ojos de su novio—. ¿Cansado?

—Bastante —respondió Harry, sentándose al lado de su novia, fijándose en el dibujo sobre la mesa—. Es increíble…

—Gracias —agradeció Emma, sonrojándose y sonriendo levemente.

—¿Cómo está Hermione? —preguntó Harry observando a Emma mientras pintaba.

—Sí soy completamente sincera, no está bien —respondió Emma—. ¿Y cómo está Ron?

—Todavía está triste por Scabbers —contestó el azabache.

—Esto es deprimente  —susupiró Emma, mientras alzaba su dibujo para ver como había quedado—. ¿Te gusta? —preguntó, pasándoselo a Harry.

—Me gustas tú —respondió Harry. Emma arqueó una ceja, divertida—, y también el dibujo. ¿Dónde lo pondrás?

—Lo guardaré por ahora —dijo Emma, recostándose en el sofa cerca de la chimenea—. Algún día lo pegaré en una pared.

Emma pudo evitar pensar que esa pared a la que referirá fuera a la de su casa con Harry. Sí, podía ser demasiado pronto para pensar en eso. Ella lo sabía. Sabía perfectamente que en ese momento tenían trece años. Sabía que ese futuro estaba demasiado lejos para pensar en él.

Harry también pensó en eso. Emma era quien lo hacía feliz. Con quien se podía sentir bien, desahogarse. Emma era la luz que llegó a su vida desde el momento en que la vio en la estación. Y desde que le pidió perdón, se prometió a el mismo no lastimarla de ninguna forma. Era lo menos que podía hacer él por ella.










Emma y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora