39 | End of the third year

1.4K 135 63
                                    

.:. CHAPTER THIRTY-NINE .:.
( FIN DEL TERCER AÑO )

—¡Harry! —Emma le tiraba de la mano, mirando el reloj—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Harry! —Emma le tiraba de la mano, mirando el reloj—. Tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos.

—De acuerdo —dijo Harry, apartando los ojos del cielo—, ¡vamos!

Entraron por la puerta que tenían detrás y bajaron una estrecha escalera de caracol. Al llegar abajo oyeron voces. Se arrimaron a la pared y escucharon. Parecían Fudge y Snape. Caminaban aprisa por el corredor que comenzaba al pie de la escalera.

—… Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimentos —decía Snape—. ¿Le darán el Beso inmediatamente?

—En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto de Black ha resultado muy desagradable. No tiene ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin lo hemos atrapado. Supongo que querrán entrevistarle, Snape… Y en cuanto al los jóvenes Harry y Emma vuelvan a estar en sus cabales, también querrá contarle al periódico cómo usted los salvó.

Harry y Emma aguardaron unos instantes para asegurarse de que estaban lejos y echaron a correr en dirección opuesta. Bajaron una escalera, luego otra, continuaron por otro corredor y oyeron una carcajada delante de ellos.

—¡Peeves! —susurró Harry, asiendo a Emma por la muñeca—. ¡Entremos aquí!

Corrieron a toda velocidad y entraron en un aula vacía que encontraron a la izquierda. Peeves iba por el pasillo dando saltos de contento, riéndose a mandíbula batiente.

—Estoy segura que está así de feliz porque los dementores van a ejecutar a Sirius… —susurró Emma—, una lastima que ya no estará tan feliz. Harry, tres minutos.

Aguardaron a que la risa malvada de Peeves se perdiera en la distancia. Entonces salieron del aula y volvieron a correr.

—Emma, ¿qué ocurrirá si no regresamos antes de que Dumbledore cierre la puerta? —jadeó Harry.

—La verdad, no tengo ni idea, así que es mejor no saberlo —dijo Emma, mirando el reloj—. ¡Un minuto! —Llegaron al pasillo en que se hallaba la enfermería—. ¡Vamos, Harry!

Siguieron por el corredor cautelosamente. La puerta se abrió. Vieron la espalda de Dumbledore.

—Los voy a cerrar con llave —le oyeron decir—. Son las doce menos cinco. Señorita Williams; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

Dumbledore salió de espaldas de la enfermería, cerró la puerta y sacó la varita para cerrarla mágicamente. Asustados, Harry y Emma se apresuraron. Dumbledore alzó la vista y una sonrisa apareció bajo el bigote largo y plateado.

Emma y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora