32 | The screaming house

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.:. CHAPTER THIRTY-TWO .:.
( LA CASA DE LOS GRITOS )

En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshank y Félix se metieron por él agitando la cola

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En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshank y Félix se metieron por él agitando la cola. Harry los siguió. Luego fue Emma. Entró a gatas, metiendo primera la cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Harry, acercando su mano a la herida de Emma.

—Nada que no se arregle con el tiempo —respondió la castaña—. Ahora debemos encontrar a Ron.

—¿Dónde está Ron? —fue lo primero que dijo Hermione al llegar.

—Por aquí —indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a loa gatos.

—¿Adónde ira este túnel? —les preguntó Hermione sin aliento.

—Fred y George estaban seguros de que iba a Hogsmeade —dijo Emma—. Aunque el lugar se salía del límite del mapa del merodeador.

Avanzaban tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de los gatos. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a Honeydukes. Al correr agachada a Emma se le comenzaba a dificultar el respirar con normalidad.

Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear; y Crookshank y Felix habían desaparecido.

Se detuvieron jadeando, para tomar aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado. 

Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con madera.

Harry miró a las chicas, que parecían muy asustadas, pero asintieron con la cabeza.

Harry tomó la mano de su novia, mientras entraba a la habitación. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Emma apretaba un poco más fuerte la mano de Harry, mientras que Hermione se aferraba al brazo de ésta.

—Chicos —susurró Hermione—. Creo que estamos en la Casa de los Gritos.

—Eso no lo han hecho fantasmas —observó Harry, mirando una silla rota.

—La verdad no creo que sean fantasmas los que habitan aquí —opinó Emma.

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Hermione apretaba con demasiada fuerza el brazo de Emma, probablemente con la misma fuerza que ella apretaba la mano de Harry.

Emma y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora