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Un video juego es capaz de transporte a otro mundo, es capaz de hacerte sentir. Hace que tu mente viaje por el vacío a tal punto que terminas ignorando tu exterior, es increíble ¿No? Si a mi siempre me ha parecido increíble la manera en que aquella realidad te envuelve.
Mi ceño fruncido delataba lo mucho que deseaba vencer esta ronda, sabía que lo lograría, conozco tan bien a mis oponentes que vencerlos es lo más sencillo del mundo.
—¡JA!
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Saque la lengua burlandome de Connie, era tan patéticamente divertido vencerlo a él y a su amigo el cara de caballo que no tenía ni idea de cómo se llamaba y qué tampoco me importaba.
—Carajo—mascullo el de ojos verdes.
—¡Hiciste trampa Müller!
Entrecerre los ojos formando una increíble "o", ese comentario realmente me ofendió pero come me encanta el drama me estaba burlando de su amigo.
—Lamento tanto tu poca capacidad para jugar amigo que me da lastima—mordí mi labio tratando de no reírme en su cara.
De no ser porque Connie estalló a carcajadas mi actuación seria perfecta, reí con él recibiendo el dinero que me debía su amigo, sin duda tenía dinero para un pase más de mi videojuego favorito. Dijo un par de maldiciones más que no escuché antes de cambiarse de aula.
—Maldición Alex ¿Cuál es tu secreto?— bufó colocando un bolígrafo en sus labios.
Recargo su peso en el respaldo de la silla entrelazando sus dedos tras su nuca, ese chico era bastante relajado y eso me gustaba, que veía la vida con suma tranquilidad sin preocupaciones. Estaba por responderle pero aquel bruto llegó a nuestra mesa tomando asiento frente a nosotros, sonrió con sorna mirándome de pies a cabeza.
—Hola.
Mi sonrisa se desvaneció, me caía mal enserió lo hacía. Connie dejó la pereza a un lado mirando con seriedad al pelirrojo frente a nosotros.
—¿No tienes asuntos con Jaeger, Floch?
Encogió los hombros restandole importancia, sus ojos estaban clavados en mi. Ese tipo tenía mala fama, nunca me ha dado buena espina y sinceramente prefiero mantenerme lejos de su obsesión con el Jaeger menor.
