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❝𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏❞
Gruñi y el sabor a hierro se esparció por mi boca, dejo de presionar y sentí que el aire volvía a mis pulmones, de reojo alcance a mirar a Farlan, jadeaba pesadamente en su silla tratando de regular su respiración.
Seguía sangrando y me preocupaba mucho su estado, esa bala parecía estar cerca de algún pulmón, no estaba seguro de que la bala estuviera en su cuerpo o que se tratara de un simple roson. Suplicaba porque simplemente se tratara de la segunda opción.
Zeke volvió a su mesa observándo a cada uno con satisfacción, escupí una mezcla de sangre al suelo e intente mirar al rubio de ojos azules frente a mi, era difícil intentar verlo con la sangre que corría por mi rostro.
—Soñé con esto tantas veces que aún no puedo creer que sea real— suspiro cruzado de brazos— es mejor de lo que pensaba.
—¿Lo disfrutas?— pregunté y asintió— ¿De verdad lo haces? Debes sentirte bien por esto pero nada de lo que hagas cambiará las cosas.
—Tu y tu boca repleta de vulgaridades— negó con la cabeza sin remedio— siempre creí que eras inteligente pero creo que te subestime.
—Debe dolerte que ella lo prefiera a él y no a ti— rio Farlan con algunos quejidos—. Eres tan patético y predecible que me das lastima.
Cerré mis ojos y escuche el golpe seco que recibió mi amigo. Los volví a abrir y escupió sangre en el suelo antes de Zeke sujetará su mandíbula con brusquedad y se dirigiera seriamente a él.
—Sigue diciendo estupideces y tu serás el primero en morir.
—No son estupideces— solté una risa ronca y lo mire desde mi lugar— me ama, incluso cuando no sabía quién era lo hacía y ni siquiera te imaginas lo jodidamente bien que se siente ser correspondido por la mujer que amas.
Soltó la mandíbula de Farlan y me miró enfadado.
—Hiciste muy bien todo esto— continúe y volví a escupir en el suelo— la cueva está asquerosa pero de ahí en fuera pensaste en todo, me siento halagado.
—Nunca se habían preocupado tanto por nosotros— comentó sarcástico Farlan— me encanta.
Farlan mordió sus labios en cuanto Zeke presiono la herida en su costilla, intenté moverme pero las ataduras en mis muñecas y la bala en mi pierna me lo impedían.
—¿Esto también te encanta?—preguntó y ejerció más presión, Farlan gritó y Zeke rio— sabía que lo haría.
Nos encontrábamos en una cueva bien equipada, muy cerca de la colina. Sin embargo, ninguno de los dos sabía dónde estaba Alex y era urgente para mi buscarla, su salud era delicada y la forma en la que se encontraba antes de todo esto me tenía preocupado.
Jamás la había visto así, prisionera del pánico.
Camino hasta mi y enterró su pulgar en mi herida, mis dientes rechinaron y todo mi cuerpo se sacudía sobre la silla buscando un escape.
