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Verano del 2019, una joya en mi vida.
Pretendía ser el inicio de mi futuro tan añorado. Sin embargo, los imbéciles de Farlan y Levi arruinaron todo, recordar su intervención hervía cada gota de sangre en mi sistema. Estuvieron a punto de dar con nosotros y por su estúpida culpa devolví a mi diosa a los brazos de esos hombres que solo buscaban separarnos.
Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Mi diosa, mi afrodita, mi luna... nuestro amor estaba escrito desde tiempos remotos en nuestro destino. Nadie puede separarnos, ni siquiera ellos.
Era irónico creer que solo ella pudiera despertar mi lado romántico. Me importaba poco que ella provocará eso en mi, de hecho, me fascinaba porque, aunque estuviera perdida en su laguna mental, ella me amaba tanto como yo lo hacía. Estoy a su merced, tal y como aquel verano que pasamos juntos.
Levi contó su versión aguada de los hechos, ¿Qué hay de la mía? Mi diosa temblaba de miedo por las mentiras crueles de ese hombre que solo pretendía asustarla. Eran patrañas, lo que ella y yo vivimos en ese tiempo fue la llama que incendió el infierno.
Una experiencia que destruyo mundos e iluminó la oscuridad. Días en que los demonios volvieron a ser ángeles y lo ángeles demonios. Donde su sangre decoraba cada poro de mi piel y sus labios carnosos besaban los míos.
—¿Cuál es su nombre?— preguntó ella atenta a los relatos estúpidos del azabache.
Él lo pensó, apretó los labios con la mirada fija en el suelo y antes de pensar en una respuesta, el timbre marco un retorno a clases.
Recargue mi espalda en las gradas y observe atento como es que Levi llevaba a mi diosa de la mano rumbo al aula de clases. Eran escenas que dentro de un par de días estarían terminadas, pretendía hacerlo en una semana pero si ella ya conocía la versión de Levi, en cualquier momento, descubriría todo lo que hay detrás de ella.
"No nos conviene que lo sepa por él" decía mi conciencia y tenia razón. Si él abría la bocota de más, mi diosa huirá de mi lado, a pesar de que nuestro destino estuviera escrito intentará hacerlo.
Y no puedo permitirlo.
Llevo años ansiando este momento, años de incertidumbre y ansiedad. La yema de mis dedos clamaban con urgencia sentir su piel cálida, esta sed que tenía por ella me estaba matando cada vez más y más.
Debemos estar juntos.
Yo la necesito.
Ella me necesita.
Nos necesitábamos.
Nuestro amor iba más allá de este mundo, era un amor pasional y, hasta hace algunos meses, lujurioso. La deseaba a mi lado, porque era a donde pertenecia. Conmigo, y con nadie más.
